Si estuviera aún vivo el expresidente Luis Herrera Campins inequívocamente exclamaría: “Cachicamo diciéndole al morrocoy conchudo”. Esa hubiera sido su reacción al leer las declaraciones del canciller del régimen sobre la supuesta corrupción que ha generado la congelación de los activos de Citgo.
Todo el mundo sabe que esa medida fue tomada precisamente para evitar que, así como desfalcaron Pdvsa, la empresa petrolera internacional sufriera el mismo destino. Y de eso sí no habló el exyerno del comandante muerto durante una de las sesiones extraordinarias de las Naciones Unidas en contra de la corrupción.
No se sabe si es guiado por un gran cinismo o porque ya es mitómano (queda para los expedientes que debe manejar el presidente de la Asamblea Nacional oficialista). Pero el ministro de exteriores del régimen pretendió convencer a los dignatarios presentes de la idea de que esa medida derivó en el traspaso de los fondos a cuentas privadas de políticos. Aquí de repente cabría otro dicho, si seguimos el ejemplo del exmandatario llanero antes mencionado: cada ladrón juzga por su condición. Aunque también cabría un diagnóstico psiquiátrico ya conocido por todos: la proyección de las propias conductas en terceros.
Por algo será que la organización no gubernamental Transparencia Internacional califica a Venezuela como la quinta nación más corrupta del mundo. Y no hay manera de que en este estudio entre otro que no sea el régimen chavista, porque la cuenta de años en el poder ya pasa la veintena. De acuerdo con el informe publicado a principios de año, los especialistas aseguran que Nicolás Maduro empujó a Venezuela a la posición 176, solo superada por Yemen, Siria, Somalia y Sudán del Sur.
Pero a Arreaza le preocupa que no les permiten echarle mano a la caja registradora de Citgo. Y no solamente eso, se atreve a decir con toda la desfachatez: “Ratificamos el compromiso del gobierno venezolano con la cooperación multilateral y bilateral contra las prácticas corruptas. Estamos a favor de una gestión pública transparente y de relaciones equitativas de poder, desde lo político, lo económico, en las dimensiones públicas y privadas”.
Debe ser por eso que ha sido noticia en redes sociales y medios internacionales el pago que hizo el psuvista de Miraflores a un merenguero muy famoso para que le cantara una de sus canciones favoritas en su cumpleaños. ¿Va a aclarar el canciller de dónde salieron los 60.000 dólares que le canceló su jefe a Bonny Cepeda? ¿Sería de su bolsillo? ¿Cuándo va a entregar sus cuentas entonces la cúpula rojita? Porque obviamente sueldo mínimo no ganan. ¿Quieren más?
Editorial de El Nacional