Una hazaña deportiva lo llevó a amar el beisbol con pasión. Corría el año 1941 y desde su terruño, allá en Tucupita, escuchaba por radio las incidencias de la Serie Mundial que se realizaba en Cuba.
Tenía 22 años de edad cuando Daniel “Chino” Canónico lanzó su quinto juego completo de la serie y decretó la victoria de la selección nacional. Fue su primer contacto con el deporte del bate y la pelota.
Tras su paso por Trinidad, llegó a Caracas y, de una vez, se fue al estadio San Agustín, para convertirse en 1942 en el aficionado número uno del Cervecería.
Jesús Lezama, conocido como “Chivita”, nació el 9 de febrero de 1919. Allí, en el campo de la Yerbera, comenzó el amor entre el hincha y el club al que decidió acompañar en todas sus giras con su chaqueta y su corneta, instrumento que lo haría famoso con el paso del tiempo.
Dicen sus amigos de la vida que Lezama era un gran bailarín. Lo comentaban periodistas como Alí Ramos, José Visconti o Rubén Mijares, quienes relataban que era una fiera con los ritmos caribeños, en especial con el danzón.
Pues bien, cuenta el histórico personaje de Delta Amacuro que en 1945 el “Negro” Oscar Prieto, dueño del Caracas, lo incorporó al equipo con viáticos, pero sin sueldo.
Su fanatismo por los Leones lo llevó a vivir experiencias fuera del Estadio Universitario. Como en la Serie del Caribe de 1981, en México. “Chivita” lloró cuando su compadre Antonio Armas anotó la carrera que le dio el título a los melenudos.
Despidió con una lágrima amiga a estrellas como Baudilio Díaz, Gonzalo Máquez, Alfonso “Chico” Carrasquel o César Tovar.
Celebró con su gran dedo de goma y la bandera nacional en la punta, los triunfos sobre su acérrimo rival, el Magallanes.
“En este 2023 los Leones vamos a levantar el trofeo número 21. Me gusta esa yunta entre el manager José Alguacil y ‘el Intocable’ Wilson Alvarez”, dijo en enero desde la entrada de la cueva felina, cual si tuviera una bola de cristal para descifrar el futuro.
Y Lezama, a los 103 años de edad y a pocos días de los 104, una vez más tenía razón. Por eso todo el equipo, tras levantar el trofeo de campeón, gritó sin parar: “Chivita, Chivita, Chivita”, mientras que en la Serie del Caribe de La Rinconada, cerca de 30.000 aficionados le cantaron el cumpleaños al corneta caraquista.
Una corneta que, en su despedida del pasado jueves, unió a toda Venezuela.
Editorial de El Nacional