Justo después del Día de Muertos comenzó la parranda electoral en Venezuela. De aquí y de allá han salido aspirantes, con su lista de cualidades y propuestas. Seguramente, más que pensando en las primarias, movidos por las amenazas del hombre del mazo de que se adelantarán las elecciones presidenciales previstas para 2024.
La comparsa es de lo más variopinta, aunque a la vez sin muchas sorpresas. “Las primarias no están montadas. Eso es más importante que cualquier aspiración, porque estamos en dictadura. No nos podemos olvidar de ese elemento. Mi gran papel ahorita es articular eso. Cuando tengamos unas primarias, cuando haya fecha de inscripción, evaluaremos cuáles son las mejores opciones que tenemos. Las primarias tienen que venir con un acuerdo de gobernabilidad. Nosotros vamos a ir a esa elección presidencial”, dijo Juan Guaidó en una entrevista con el diario El País, de España.
El líder opositor reconoce en esas declaraciones que no hay absolutamente nada listo, que hay pasos vitales para preparar unas primarias que generen confianza en el electorado, lo que, al final, debería ser lo que importa. ¿Hay fecha exacta? ¿Hay comité electoral? ¿Se ha definido cómo será la votación? ¿De dónde saldrán los cuadernos de votación? ¿Quién los va a depurar? ¿Cómo se repartirá a los votantes? Son demasiadas preguntas sin respuesta y hay muy poco tiempo.
Mientras tanto, el PSUV tiene a su candidato listo, no le interesa depurar ni actualizar los libros electorales, los votos en el exterior siguen en el limbo y los puntos rojos volverán a aparecer…
En la oposición van a distintas velocidades. No hay nada montado para escoger al candidato presidencial pero Acción Democrática anuncia su apoyo irrestricto a Carlos Prosperi; Andrés Velásquez insiste una vez más en llegar a Miraflores; Carlos Ocariz (que va en movimiento aparte pero sin dejar a Primero Justicia, como sea que se coma eso) también se lanza, sin olvidar a otros que van en la caravana como César Pérez Vivas.
Sin tener en claro ni siquiera el proceso inicial nos preguntamos si conviene el alud de aspirantes que creen ser la solución. En la batalla electoral que se avecina hay mucho en riesgo como para priorizar los egos. Lo que deberían es remar todos en el mismo sentido. Cambiar el “yo quiero ser presidente” por «quiero elegir a un presidente”, no es lo mismo. Y aunque algunos piensen que es solo cuestión de semántica, si esto no se resuelve, podemos acabar sin nada.
Editorial de El Nacional
Cortesía de El Oriental