Después de intentarlo varias veces, ayer después de las 3:00 pm el CNE recibió a los representantes de UNT con la renuncia de Manuel Rosales y la adhesión a la candidatura de González Urrutia / Captura de pantalla
El de ayer fue un día de tensión máxima. Mientras transcurrían las horas para finalizar la prórroga que se autoconcedió el Consejo Nacional Electoral con fines de tramitar las modificaciones en las candidaturas aceptadas para las presidenciales del 28 de julio, se sucedieron declaraciones de alto valor político del presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva; del canciller de España, José Manuel Albares; y del jefe de la misión para Venezuela de Estados Unidos, Francisco Palmieri, quien despacha desde Bogotá.
Todas en favor de la realización de elecciones competitivas en Venezuela, lo que supone la participación de las fuerzas democráticas con la candidatura de Edmundo González Urrutia.
Tanto la inesperada prórroga del CNE, como las declaraciones señaladas, ratifican la fuerza de la decisión adoptada el 19 de abril por las organizaciones de la Plataforma Unitaria Democrática junto con María Corina Machado, la líder ganadora de la primaria de octubre de 2022, y su partido Vente Venezuela, en el sentido de seleccionar de manera unánime a González Urrutia como su candidato presidencial. La jugada descolocó al gobierno de Maduro que alentó la división opositora, como una estrategia que disuadiera la participación electoral y de esa manera otorgar alguna posibilidad de éxito al oficialismo el 28J.
Nada de eso ocurrió. Las fuerzas democráticas ratificaron su convicción unitaria y su apego a la ruta electoral, dispuestas a vencer todas las trabas que se presenten, que no son pocas ni sencillas.
A mitad de la tarde de ayer se conocieron las concluyentes declaraciones de Lula da Silva en las que reconocía como «algo extraordinario» la unión opositora en Venezuela y daba por hecho la realización de las elecciones, incluso con seguimiento internacional en el cual Brasil estaría dispuesto a participar.
Lula espera que se recobre la normalidad en el país una vez transcurran las elecciones, y quien gane, que asuma el gobierno, y quien pierda, que se prepare para otras elecciones, como él hizo después de ser derrotado en tres ocasiones. El canciller Albares expresó el deseo del gobierno español de que se cumpla lo firmado en el Acuerdo de Barbados -«de lo que se está muy lejos», acotó- y cuestionó las órdenes de detención emitidas contra dirigentes de la oposición y la sociedad civil y los obstáculos que impiden la competencia electoral y la transparencia. Palmieri, por su parte, comunicó el interés de Estados Unidos en que se reconozca la candidatura de González Urrutia y destacó que la reciente decisión sobre las sanciones no se debe ver como un punto final.
En paralelo, el CNE salió de su desbloqueo y recibió a las delegaciones de los partidos Un Nuevo Tiempo y Movimiento por Venezuela, que presentaron su adhesión a la candidatura unitaria de la oposición, lo que venían intentando desde el pasado sábado. La Sala Electoral del Tribunal Supremo de Justicia sesionaba, a su vez, y producía sentencias que seguían manteniendo en vilo la atención de las fuerzas democráticas de oposición.
Este parece que será el tono de los restantes 96 días hasta los comicios del 28 de julio, y ante el cual la oposición ha demostrado firmeza y flexibilidad, paciencia y convicción democrática, para mantener un pulso desigual en el que, sin embargo, ha dejado al descubierto trampas descaradas y ha reforzado su solidez como alternativa para el cambio político.
Editorial de El Nacional