América Latina y el Caribe cerraron este miércoles una cumbre de dos días en La Habana con la proclamación del área como “zona de paz”, en una cita que dio un espaldarazo a Cuba con la masiva presencia de líderes de los 33 países que integran la región.
La cita de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) fue soñada para Cuba en su deseo de proyectarse como una nación integrada a sus pares del continente, pese al aislamiento impuesto por Estados Unidos con un embargo económico desde hace más de 50 años.
“Ahora tengo el honor de proceder a la entrega de la presidencia pro témpore de la CELAC a la excelentísima señora Laura Chinchilla, presidenta de Costa Rica, a la que le deseamos los mayores éxitos”, dijo Castro después de un año en el que Cuba estuvo al frente del mecanismo regional.
La cita de CELAC es la segunda que se realiza desde su constitución formal en 2011 con el impulso del fallecido presidente de Venezuela, Hugo Chávez.
Este mecanismo de diálogo y concertación fue concebido como una instancia propia de la región sin presencia de Estados Unidos y Canadá, a diferencia de la Organización de Estados Americanos (OEA).
Para algunos países, en especial para los del bloque «bolivariano» aliados a Venezuela, la OEA es una antagonista de la CELAC. Sin embargo, Chinchilla dijo que no es así como lo ve su país, que será el encargado de organizar la siguiente cumbre.
«La misión de CELAC no es oponerse ni competir con otras entidades existentes», señaló, y «no existe para buscar necesariamente enemigos sino para desarrollar iniciativas y desarrollar también mejores aliados».
La Habana sirvió también de escenario para el primer encuentro cara a cara entre los presidentes de Chile, Sebastián Piñera, y de Perú, Ollanta Humala, después de un fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya que determinó que Lima y Santiago deben volver a trazar su frontera marítima.
Entre los asistentes a la cumbre estuvieron el secretario general de la Organización de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, y el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, que se mantuvo todo el tiempo con un perfil bajo.
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