La Casa Blanca ha estado trabajando sobre un nuevo paquete de ayuda “no letal” a Siria que proveerá a los rebeldes con chalecos antibalas y gafas de visión nocturna, algo que hasta el momento Washington no había querido hacer. La autorización del presidente Barack Obama se podría dar la próxima semana y decepcionará a la oposición siria, ya que no incluye armas pesadas o equipo de alta tecnología para combatir a las fuerzas leales al presidente Bachar el Asad.
El secretario de Estado, John Kerry, se reunió ayer miércoles en Londres con el nuevo primer ministro de los rebeldes sirios, Ghassan Hitto, que le solicitó armas para los grupos que Occidente reconoce como legítimos representantes del pueblo sirio. Pero el jefe de la diplomacia insistió en que la Administración norteamericana sigue prefiriendo la vía diplomática como solución a la guerra civil en Siria que ya se ha cobrado más de 70.000 vidas en más de dos años y medio.
Sin embargo, como informa el diario The Wall Street Journal, el nuevo paso que estaría a punto de dar el presidente sugiere que la Casa Blanca avanza lentamente en la dirección de involucrarse más en la lucha contra el régimen de Damasco tras meses de infinitos debate sobre cómo y cuándo debería Washington ayudar a los rebeldes.
A mediados de marzo, varios congresistas presentaron una propuesta de Ley para autorizar a EE UU a entrenar a los rebeldes sirios. Poco después, el diario The New York Times desvelaba, sin embargo, que la CIA estaba colaborando con Jordania, Arabia Saudí, Catar y Turquía para proveer de ayuda militar a la insurgencia siria. El artículo, que citaba datos del tráfico aéreo, entrevistas con oficiales y declaraciones de dirigentes rebeldes, aseguraba que la Agencia había asesorado a esos países en la compra de armas para los opositores. Con esta intervención, impulsada cuando el general David Petraeus estaba al cargo de la CIA, EE UU conseguía, según el Times, mantener cierta influencia entre los rebeldes y garantizar que el armamento no acababa en manos de radicales.
Además del paquete de ayuda no letal, la Casa Blanca comenzó la semana pasada a estudiar un grupo de opciones militares que incluirían bombardear la fuera aérea siria en tierra y utilizar las baterías antimisiles de Patriots instaladas en Turquía para defender zonas del norte del país en guerra de los misiles Scuds del régimen, según fuentes de la administración citadas por el Journal.
Durante su visita a Oriente Próximo en el mes de marzo, el presidente Obama fue muy claro cuando advirtió que la única línea roja que no iba a permitir que el régimen sirio cruzase sería la de la utilización de armas químicas, lo que supondría un “punto de inflexión” en el conflicto. La Casa Blanca ha empleado la retórica de la línea roja para tratar de disuadir a El Asad de emplear su arsenal nuclear contra los rebeldes y la población civil siria y calmar, al mismo tiempo, a los políticos de su país, a los Estados árabes y a la oposición siria, que reclamaban de Obama una posición más firme y activa en el conflicto, algo que parece que el presidente todavía no está preparado para hacer.
Fuente: ElPais