Los Borbón-Parma y los Orleans presentan pruebas de ADN que desmontan el hallazgo realizado por el aspirante al trono francés
Luis Alfonso de Borbón vuelve a toparse con los Orleans en su reivindicación del trono francés. Hace menos de un año, el hijo de Alfonso de Borbón y Carmen Martínez-Bordiú presentó una investigación científica que demostraba que él era el poseedor del cráneo legítimo de Enrique IV de Francia y III de Navarra, «el rey sin cabeza», considerado como el primer Monarca de la dinastía Borbón. Diecinueve científicos, coordinados por el médico forense Philippe Charlier y financiados por el hijo del difunto Duque de Cádiz, cotejaron unos supuestos restos de sangre de Luis XVI con la cabeza, confirmando su autenticidad.
Charlier concluyó que existían hasta 22 evidencias anatómicas, históricas, patológicas y antropológicas que mostraban que se trataba de la cabeza momificada del Rey, famoso por pronunciar la frase «París bien vale una misa» para acabar con las guerras religiosas entre católicos y hugonotes en la segunda mitad del siglo XVI.
Con este informe, Luis Alfonso pretendía enterrar la cabeza –desaparecida durante siglos– en el panteón real de la Basílica de Saint-Denis de París y con ese gesto apuntarse un tanto de cara a los legitimistas franceses que lo apoyan en su carrera hacia al trono francés, que se disputa con la familia de Enrique de Orleans, Conde de París.
Sin embargo, una nueva investigación que acaba de salir a la luz pone en duda la legitimidad del cráneo y con ello, la valía de Luis Alfonso como «velador» del legado de los Reyes de Francia y pretendiente al Ducado de Anjou. El investigador belga Jean-Jacques Cassiman, director del servicio de Genética humana de la Universidad de Lovaina, estudió los supuestos restos de ADN de Luis XVI y los comparó con muestras de sangre de tres descendientes vivos de la rama de los Borbón, lo que le llevó a concluir que no se trata de sangre del Rey francés y que, por lo tanto, la cabeza que posee Luis Alfonso tampoco es auténtica.
Los príncipes Sixto y Axel de Borbón-Parma y el príncipe Antônio João de Orleans-Braganza, miembro de la Casa Imperial de Brasil, fueron quienes cedieron material genético propio para desmontar la teoría del bisnieto de Franco. Además, estas pruebas han servido para clarificar que estos tres príncipes descienden sin rastro de ilegitimidad de Luis XIV y de su hermano, el duque de Orleans (según Cassiman, los tres tienen el mismo cromosoma «Y», que poseen todos los hombres de la familia Borbón), lo que ha encendido los foros orleanistas, que ahora exigen que el hijo de Martínez-Bordiú también se someta al estudio para demostrar la «pureza» de su sangre.
Un paria entre los nobles
Lo cierto es que detrás de este nuevo estudio se encuentran varios miembros de la familia Orleans, quienes han cuestionado la veracidad del hallazgo desde un principio. Cuando Luis Alfonso anunció el descubrimiento, el Conde de París declaró públicamente: «Acaparar los oropeles de la historia es una forma de intentar probar que se existe».
La controversia sobre la autenticidad de la cabeza no es un capítulo más en la larga historia belicosa que enfrenta a Luis Alfonso con los Orleans, sino quizá el más dramáticos de todos. Esta nueva investigación amenaza con dejar en el aire los planes del hijo del difunto Alfonso de Borbón, que ya había pedido autorización al Gobierno francés celebrar una ceremonia para restituir el cráneo con honores de Jefe de Estado. Por ahora, los supuestos restos de Enrique IV deberá seguir descansando en una caja fuerte bancaria de París.
Luis Alfonso, que es sobrino segundo del Rey y dice tener «una relación cordial» con la Familia Real, utiliza el tratamiento de Alteza Real pese a que existe un Real Decreto de 1987 que lo prohibe. Recientemente, Beatriz de Orleans, madre de Carlos Felipe de Orleans, auténtico Duque de Anjou según los orleanistas, explicaba a ABC: «Le tengo mucho cariño a Luis Alfonso, es un buen niño, pero no está obrando bien al utilizar un título que no le pertenece. Por mí, que llame a sus hijos como quiera, pero en Francia no serán reconocidos como tales». Parece que la ciencia también ha tomado partido en esta intriga palaciega.
Fuente: ABC