No es que en realidad el referéndum revocatorio fuera considerado del todo viable, pero lo que pone en marcha hoy el Consejo Nacional Electoral es una gran burla a los venezolanos. Es sencillamente reírse de la Constitución y de todo el país, y así hay que anunciarlo a todo el mundo.
Cualquier titular, nacional o internacional, que diga que hoy se lleva a cabo la recolección de firmas para activar el proceso revocatorio del mandato de Nicolás Maduro le hace el juego a este CNE cuyo objetivo es complacer las directrices de Miraflores y volarse de un plumazo el artículo 72 de la carta magna. En conclusión, para ellos no existe la Constitución, no es solamente que la violan constantemente.
No hace falta que admitan su culpa, pues tampoco es que hicieron el esfuerzo de disimular. 12 horas de actividad con 1.200 máquinas captahuellas repartidas en todo el país en una lista de direcciones que se conoció hace apenas 48 horas para recibir por lo menos a 5 millones de electores es demasiada evidencia.
Pero lo importante de esta jornada es que no podrá repetirse, no podrá solicitarse nuevamente el ejercicio de este derecho ni que se lo pidan los 20 millones de venezolanos inscritos en el registro electoral. Por eso, es momento de que la oposición revise realmente las estrategias que ha puesto en marcha, si es que las tuvieran, porque tampoco lo de llamar a marchas y movilizaciones pareciera ser la solución, mucho menos en tiempos de ómicron.
Insistir, además, en la mesa de negociaciones luego de que el gobierno de Maduro dejó claro que no le interesa en lo más mínimo sentarse con los opositores para buscar solución al cambio tan necesario en Venezuela parece ser otro callejón sin salida.
Por más que la oposición insista en que la solución debe ser electoral, quizás es mejor que comiencen a reflexionar y a debatir, ¡por favor, en privado!, sobre los recursos que les quedan primero, y principal, para recuperar la confianza de los venezolanos descontentos; y en segundo lugar, para hacer que Maduro y su combo reconozcan que el tiempo se les acabó.
Ya basta de hacerse los inocentes y confiar en organismos como el CNE o el TSJ; ni siquiera es lógico que cuenten con la Asamblea Nacional, ni la de 2015 (que no tiene poder real) ni la de 2020. Los venezolanos no tienen tiempo para seguir cayendo en trampas.
Editorial de El Nacional