El gobierno cubano parece dispuesto a su primer choque serio con el recién creado sector no estatal de negocios pequeños luego de la anunciada prohibición de la venta de ropa y de otros artículos importados.
El decreto promulgado la semana pasada afecta potencialmente a más de 20.000 negocios que venden ropa, equipos y otros artículos traídos de manera informal por viajeros, algunos de los cuales visitan la isla caribeña con regularidad para traer mercancía de Estados Unidos, España y países de América Latina.
Tanto los empresarios como sus empleados y clientes se mostraron furiosos por la nueva prohibición en el distrito de Centro Habana, donde varias docenas de vendedores se habían establecido en un solar yermo para vender ropa, zapatos y ropa interior.
«Hacemos un llamado a las autoridades para que vuelvan a pensarlo. Tenemos muchos productos y mucho dinero invertido en esto», dijo Justo Castillo, representante de la federación sindical que ha tratado de organizar a los cuentapropistas.
«Prohibir esto significa el desempleo para estas personas, y los forzará a hacer cualquier cosa. Ellos pasarán al mercado negro, regresarán a las actividades ilegales», dijo, entre los aplausos de la multitud que se congregó mientras él hablaba.
La regulación incluye una nueva lista de tipos autorizados de cuentapropismo y sus descripciones, incluyendo frases para detener la reventa e importación de artículos.
Por ejemplo, la descripción del trabajo de la modista ha añadido ahora «no incluye la venta de ropa manufacturada o importada».
El público también está indignado por la medida. «Se acabó la oportunidad de comprar un par de zapatos o un pitusa (jean) que valgan la pena», dijo el jubilado Ramón, quien pidió que no se usara su apellido.
Hasta los aliados al gobierno se oponen. Tal es el caso del bloguero oficialista Yohandry Fontana. «Me pregunto si no sería más fácil aprobar al cuentapropista que vende ropa importada que lanzar esta actividad al mercado negro», escribió en su cuenta de Twitter.
Hace tres años, el gobierno de Raúl Castro, quien reemplazó a su hermano Fidel en el 2006, abrió los servicios del mercado minorista al «cuentapropismo» en forma de 200 actividades con licencia, desde payasos, modistas, vendedores de comida y oficios de construcción hasta pequeños negocios tales como restaurantes, cafeterías, bed & breakfasts y servicios de entretenimiento. La medida se proponía absorber el exceso de labor estatal, mejorar los servicios, eliminar ineficiencias y sacar a la luz actividades del mercado negro.
En estos momentos hay 436.000 personas empleadas por cuenta propia, de las cuales alrededor de 100.000 trabajan como empleados de negocios pequeños, de acuerdo con el gobierno. Residentes emprendedores han aprovechado algunas de las categorías, como por ejemplo modista y vendedores de efectos domésticos, para ofrecer ropa y artículos importados con mayor variedad y a un precio más bajo que el Estado.
Por eso, la prohibición parece dirigida a proteger el monopolio estatal en la venta, tanto al por mayor como al por menor, de artículos de importación, lo cual ha resultado en un mercado negro generalizado debido a los precios exorbitantes y la dudosa calidad.
Fuente: Agencias