Las armas nucleares son la violación absoluta de los derechos humanos, del derecho a la vida no solo presente sino futura; y las víctimas no son nada más los que se consideran enemigos, sino toda la humanidad. Pues esa es la amenaza que Vladimir Putin lanza cada vez que consigue mayor resistencia del pueblo ucraniano y se entera de que la ayuda de Occidente ha sido crucial para frenar el avance hacia sus objetivos.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha dicho públicamente que hay que tomar en serio las palabras del líder ruso, pues cualquiera pudiera pensar que cuando habla de armas nucleares es sencillamente una estrategia de intimidación. Si el mandatario demócrata lo cree capaz de poner en práctica sus amenazas, es porque en realidad la humanidad entera está en peligro.
Algunos analistas opinan que lo que pudiera hacer Putin son ataques específicos y selectivos, e incluso comenzar con armas biológicas o químicas. Pero Biden ha dicho que no cree que el gobernante ruso pueda “medirse” de esa manera, por lo que asegura que hay que prepararse para responder a lo peor.
Putin no ha tenido el camino de la invasión tan fácil como él lo imaginó. Lo último que hizo, como para no quedar tan mal, fue anexarse cuatro regiones que representan aproximadamente 15% del territorio de Ucrania y como resultado de una farsa de referendos. Todos los días el exagente del KGB pisotea los derechos humanos no solo de los ucranianos, a quienes les coarta la libertad de escoger su destino, sino también de los rusos que no quieren esta guerra.
Y en medio de todo este caos creado a partir del antojo de un autócrata, Biden se pregunta: “Estoy tratando de imaginar cuál es la salida de Putin. ¿Dónde encuentra una salida? ¿Dónde se ve él mismo en una posición que no solo pierde prestigio, sino un poder significativo en Rusia?”. En el fondo confía en que se conseguirá la manera de detener las ansias de poder del jefe del Kremlin sin llegar a la horrenda conflagración nuclear. Pareciera el presidente de Estados Unidos seguro del papel de organizaciones como las Naciones Unidas y la OTAN, pero lo que advierten los analistas es que las presiones han sido muy débiles y no han generado verdaderos cambios.
Sin embargo, Biden afirma que es la primera vez desde la crisis de los misiles en Cuba que el mundo realmente tiene sobre sí una amenaza nuclear. Lo malo es que ni él es John Kennedy ni Putin es Nikita Jrushchov para darle un valor primordial a las negociaciones con el objetivo de evitar males mayores.
Lo que suceda depende de demasiadas variables, entre ellas un ejército ruso que dicen que es de poca calidad y organizaciones que deberían estar planeando propuestas disuasivas en vez de confrontacionales. La humanidad toda depende de ello.
Editorial El Nacional