El Museo Metropolitano de Nueva York ha desplegado esta madrugada del lunes su alfombra roja. Por ella han desfilado más de 500 estrellas del mundo del arte, la música, el cine y, sobre todo, de la moda, para asistir a la Gala Met 2018.
La primera en pasar por el aro mediático ha sido una de las protagonistas de la noche, Anna Wintour.
La editora jefa de Vogue Estados Unidos -y organizadora de este evento que da el pistoletazo de salida a la exposición anual sobre moda del MET- ha estrenado la alfombra roja de este año junto a su hija enfundada en un deslumbrante diseño de pedrería en blanco y con un gran rosario colgado sobre el cuello en honor a la temática del evento: el catolicismo.
Pero Wintour no ha sido la única estrella que ha brillado esta noche en el Metropolitano. A medida que iban llegando los coches de lujo, más celebridades del panorama artístico estadounidense han subido la escalinata del museo neoyorquino con sus voluptuosos e imposibles diseños de alta costura.
Y digo imposibles porque más de una ha tenido serios problemas para subir los escalones que dan a la puerta del museo y donde los fotógrafos se aglutinan para captar todos los estilismos de la noche. Entre ellas han destacado Rihanna y Amal Clooney, quienes junto a Donatella Versace han ostentado el papel de embajadoras de esa edición de la Gala Met.
Este año el protocolo de vestimenta dictaba una sola consideración a tener en cuenta: inspirarse en el catolicismo. Muchos auguraron que la temática traería con ella una polémica pero muy jugosa alfombra roja. Sin embargo, el resultado -excepto casos contados- se ha acercado más a un arriesgar poco y salir del paso. En otras palabras, mucho ruido y pocas nueces. Porque lo cierto es que dejando a un lado los crucifijos y los ostentosos vestidos victorianos, con aires de reina católica, la interpretación del catolicismo esta noche ha sido más bien escasa.