Con las encuestas en contra y sin anunciar si buscará la reelección, Juan Manuel Santos cumple mañana tres años como presidente de Colombia y se apresta a iniciar el tramo final de su periodo con el reto de llegar a un acuerdo que logre la desmovilización de la guerrilla de las FARC.
Santos, economista y periodista que el sábado cumplirá 62 años, fue elegido para el periodo 2010-2014 y tan pronto juró como presidente inició en secreto unas gestiones que eventualmente pueden situarlo en un lugar destacado en la historia colombiana, indicó DPA.
Apoyado en la alta votación a su favor, Santos entabló contactos con jefes guerrilleros para comenzar un proceso de paz en busca de la desmovilización de cerca de 9.000 miembros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), grupo creado en 1964 y que en los años 90 alcanzó a tener unos 20.000 integrantes.
Tiempo después, el mandatario admitió que uno de los momentos más difíciles de su gobierno fue cuando ordenó el ataque militar que en noviembre de 2011 terminó con la muerte de Guillermo Sáenz, alias «Alfonso Cano», entonces el máximo líder de las FARC.
Apenas unas semanas después de jurar como presidente, Santos ya había dado un fuerte golpe a las FARC con un bombardeo que mató a Víctor Suárez, alias «Mono Jojoy», el jefe militar de ese grupo.
Aunque el proceso de paz, que se instaló en octubre pasado en Noruega y después de trasladó a Cuba, ya deja en concreto un primer acuerdo en el punto de desarrollo agrario integral, las cosas no son sencillas para Santos, pues un amplio sector del país no está de acuerdo con las negociaciones y lo acusa de ser «débil».
En su defensa, Santos recuerda que cerca de 50 jefes de las FARC han caído muertos durante su gobierno y que las acusaciones de que se ha perdido terreno en la seguridad provienen de su antecesor, Álvaro Uribe (2002-2010), de quien fue muy cercano.
Santos ganó las elecciones como el «heredero» de la «mano dura» del gobierno derechista de Uribe contra las FARC, pero muy pronto el expresidente aliado se convirtió en su principal opositor por las aproximaciones de Bogotá con el gobierno de Hugo Chávez en Venezuela y los contactos en busca de un diálogo con el grupo guerrillero.
El mandatario afirma que no solo es de apellido Santos sino que también es un «santo que hace milagros» porque su gobierno progresista «logró unir» en la oposición a sectores radicales de la derecha y la izquierda.
También ha acusado a «manos negras de la derecha y la izquierda» de una campaña, que ha incluido el asesinato de dirigentes campesinos, en contra de una ley promovida por el gobierno para devolver las tierras a personas despojadas por guerrilleros y paramilitares en medio del conflicto armado.
Si en 2006 no existían dudas de que Uribe sería reelegido hasta 2010, en esta ocasión la eventual reelección de Santos para el periodo 2014-2018 no está para nada asegurada.
Su aparente propósito choca con varias encuestas que indican que el 60 por ciento de los colombianos no quiere verlo como candidato.
Según un sondeo de la firma Ipsos Napoleón Franco, 50 % de los colombianos se declaró insatisfecho con la gestión del jefe de Estado, frente a 45 % que dijo estar satisfecho.
Para el exjefe guerrillero y ahora político izquierdista Antonio Navarro Wolff, no se descarta que Santos decline la búsqueda de un segundo mandato por la caída de su imagen, reflejada en fuertes abucheos en recientes eventos como los Juegos Mundiales de Cali.
Y en caso de decidirse por la reelección, no extrañaría que la pelea sea contra su primo Francisco Santos, quien aparece en las encuestas como el favorito de una baraja de candidatos «uribistas».
La lucha ya comenzó. El presidente dijo hace poco: «Imagínense este país manejado por ‘Pacho’ Santos. Ustedes conocen a ‘Pachito’. Es un chiste, sería una pesadilla», dijo el mandatario aludiendo a quienes consideran a su familiar, que fue vicepresidente de Uribe, como un personaje «pintoresco».
En respuesta, Francisco Santos dijo que el país sí puede imaginarse un gobierno «con los pantalones bien amarrados», en referencia a la intensificación del conflicto para aniquilar a las FARC por la vía militar.
Fuente: EU