El cantautor español Joaquín Sabina cree que toda generación tiene su ilusión juvenil y su desencanto, idea aplicable también a los procesos sociales, a las revoluciones y al «patético» desarrollo que han tenido.
«Fíjate en lo que está sucediendo hoy en Venezuela. O en lo que ha quedado la Cuba castrista, que fue la revolución de mi juventud. Es tremendo lo mal que envejecen las revoluciones, incluso peor que las personas», dijo Sabina en una entrevista concedida desde España a la revista satírica chilena The Clinic.
La reflexión surge de una pregunta sobre «Leningrado» una canción incluida en su álbum más reciente, «Lo niego todo», que presentará en octubre en Santiago.
Para Sabina, se trata de una canción «muy nostálgica» sobre un gran amor de juventud perdido: «la revolución». A su juicio, «a cien años de la Revolución rusa, parece todo un réquiem».
«Es una canción que escribí lleno de amargura, por ver en qué ha quedado esa religión del siglo XX que fue la Revolución rusa y todo lo que vino después», desgrana.
«Para la gente de mi generación, que viajaba a la Unión Soviética a aquellos Congresos de la Juventud (…) ver en qué ha degenerado todo eso ha sido una cosa dramática, desgarradora», subraya.
«Unir eso con una historia de amor en Leningrado, cosa que también sucedía en la época, me pareció una buena idea para contar algo de la historia del siglo XX».
«¿Eres de los que llevan la muerte de las utopías como un desengaño oportuno o como una herida incurable?, le preguntan.
«Es que la herida incurable es la vida misma, ¿no? Por eso es que toda generación tiene su ilusión juvenil y su desencanto. Yo no celebro ese desencanto, pero tampoco sé si haya que volver a creer en la utopía, después de ver el desarrollo patético que han tenido las utopías en todo sitio», responde.
Preguntado por su opción en el marco de la aparición de nuevos movimientos de izquierda que han roto con la generación de los 60, Sabina se siente mejor «del lado de esos millones que votaron a una izquierda joven y un poquito más radical». Pero no tanto del lado de sus dirigentes, que han empezado a tener «los mismos vicios que criticaban, como siempre pasa».
En el caso de España y Pablo Iglesias, el líder de Podemos, ve que «ellos siguen apoyando» al presidente Nicolás «Maduro y a la revolución bolivariana, y yo no puedo apoyar eso, de ninguna manera. Venezuela es el país más rico de América Latina y está harapiento, no hay libertad de prensa, no hay separación de poderes, es imposible seguir defendiendo eso», dispara.
En lo artístico, «si me cuentas mi vida, lo niego todo», dice, en relación con el título de su nuevo disco y la canción que le da nombre.
Admite que otras canciones del disco se hacen cargo de lo innegable y que en realidad el nombre del disco obedece a que les «parecía un eslogan firme. Firme y mentiroso».
De Chile, se siente cercano a la cantautora, poeta, ceramista, pintora y grabadora Violeta Parra, de cuyo nacimiento se conmemoran cien años este 2017.
«Yo me siento muy, muy cerca de Violeta, y no creas que esto lo digo solo en Chile. Acá en España, con mis amigos cantantes y mis amigos poetas he sido siempre una especie de embajador violetero», señala.
«Hice la canción ‘Violetas para Violeta’, que en Chile la canto siempre y a veces también aquí. Yo creo que para todos los que cantamos y escribimos en esta lengua, Violeta Parra es un magisterio, una tremenda inspiración. No sólo por su sentido de lo popular, por su extraordinaria capacidad de comunicación, sino también por la poesía que escribía, sus décimas. Y por lo joven que se mantiene a los 100 años, desde luego», complementa.
EFE