Que alguien le mande al presidente de Argentina, Alberto Fernández, el video del joven venezolano cargando a una anciana para terminar de cruzar el río Bravo y llegar a Estados Unidos. En esa sola imagen del muchacho con la octogenaria se resume una de las tantas tragedias que vive Venezuela y que es responsabilidad del régimen. Pero es más, es una prueba irrefutable de que este grupo que se atrincheró en Miraflores es culpable de un sinfín de violaciones de los derechos humanos de miles de personas.
El retiro que el gobierno de Alberto Fernández hizo de la demanda que cursa en contra del régimen ante la Corte Penal Internacional es un duro golpe, pero menos mal que es más efectista que otra cosa, pues las evidencias que se acumulan en el expediente son irrefutables. Al parecer, al mandatario argentino no le bastan los miles que han llegado a su país escapando de la tragedia. Es posible entonces que le llame la atención que solo en abril de este año cruzaron la frontera entre México y Estados Unidos más de 6.000 venezolanos. En enero solo pasaron 459 y el abril de 2020 apenas 36. ¿No es elocuente el incremento?
La señora Irma llegó sin aliento, y no se quedó a medio cruzar porque un compatriota la alzó en brazos y la puso a buen resguardo. Una mujer de 80 años de edad que decide realizar este recorrido no lo hace por amor a la aventura, sino para salvarse y quizás para reunirse con la única familia que tiene. Es posible que no le hayan dicho a Fernández que el país se quedó lleno de ancianos solos o en algunos casos cuidando a nietos pequeños porque ya son más de 5 millones que se han ido.
Repetimos, no se van por amor al arte. Una mujer como Irma no tiene seguridad en este país, tampoco suficiente dinero para comprar medicamentos para sus achaques, aunque reciba remesas de su familia; mucho menos puede comprar comida. Debe vivir en una casa o apartamento sin agua corriente y a veces sin electricidad, lo que además le impide comunicarse. Y todo eso si tiene la bendición de tener un techo propio, porque imposible pagar alquiler. Si eso no le parece una tragedia, que se ponga en los zapatos de los que, como Irma, añoran volver a ver a sus hijos y nietos y a vivir en un país en donde sus derechos sean respetados.
De todas maneras, como se dijo antes, no es que haga falta que el gobierno de Fernández refrende las denuncias de los demás países amigos, pues los hay, como Canadá, que están claros en que los venezolanos están sufriendo grandemente y necesitan apoyo.
La crisis migratoria venezolana es solo comparada con las de África. A veces huir del país es la única alternativa para sobrevivir. Pero por cada venezolano que abandona su tierra, hay miles que luchan con todas sus fuerzas para no perder la vida en ella. Y toda esta tragedia tiene un solo origen, la ineptitud, la incapacidad y la maldad de un régimen que solo persigue su propio beneficio.
Editorial de El Nacional