La decisión de Pekín de gravar las importaciones de crudo ligero, productos aromáticos mixtos y las mezclas bituminosas confirma que los Estados no tienen amigos sino intereses.
Hasta la fecha, Venezuela había encontrado un mecanismo de colocar su crudo tipo Merey 16 en el mercado asiático, pero con el nuevo impuesto con el que el gobierno de Xi Jinping aspira a recaudar 22.000 millones de dólares, esta estrategia tendría sus días contados.
El gravamen lo tendrán que pagar las refinerías chinas independientes que compran el resultado de la mezcla del crudo venezolano tipo Merey 16 con productos residuales en los patios de tanques de Malasia, pero les resultará muy costoso porque incrementa el barril en 30 dólares.
Como explicó el columnista Antonio de la Cruz en su artículo de esta semana, este bitumen mix fue una de las formas encontradas para burlar las sanciones estadounidenses sobre Pdvsa. De hecho, según los cálculos de la agencia Inter American Trends basados en los datos de TakerTrackers.com, el volumen enviado a Malasia entre enero y abril de 2021 fue de 225.000 barriles, para unos ingresos netos equivalentes a 594 millones de dólares.
Al verse afectados sus ingresos por esta vía, el régimen de Maduro se verá forzado a colocar el volumen de petróleo que dejarán de comprar las refinerías independientes chinas en otros mercados internacionales. Pero el dolor de cabeza de la cúpula que manda desde Miraflores, las sanciones estadounidenses que impiden hacer negocios con Pdvsa, pondrían trabas a esta comercialización.
Esto hará que empeore la situación financiera, disminuyan aún más los recursos del populismo que caracteriza al socialismo del siglo XXI y, por ende, esté en riesgo la estabilidad en el poder del heredero de Chávez. Un momento en el que, sin ninguna duda, pueden estar pensando en una verdadera negociación a cambio de la tan ansiada flexibilización de las sanciones. Quizás el impuesto chino haya sido el detalle que faltaba para que en Venezuela se haga realidad una salida democrática a la crisis.
Impuesto y sanciones: una combinación que a más de uno debe tener con las manos en la cabeza. Estados Unidos y China, ¡quién lo iba a pensar!
Editorial de El Nacional