«Cómo votar si faltan 43», se lee en una pintada sobre la fachada del ayuntamiento, que recuerda una de las principales peticiones de los padres, que no haya elecciones el próximo domingo, pues el estado no cuenta con las condiciones de seguridad necesarias
Ocho meses después de ser expuesta ante el mundo como un estandarte de la violencia en México, los ciudadanos de Iguala se enfrentan a las elecciones con el escepticismo sobre sus candidatos, que quieren pasar página sobre la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa.
Los candidatos han realizado sus campañas sin conflictos, prometiendo un futuro de paz y prosperidad en las canciones populares compuestas para las elecciones que suenan estos días por las calles del municipio, aún recorridas por gendarmes, informó Efe.
«Quieren dar la imagen de que todo está tranquilo, de que aquí no pasa nada», cuenta a Efe Carmen, una maestra del municipio, bajo la carpa instalada en la plaza del ayuntamiento de Iguala que lucha contra el olvido de un caso que conmocionó al mundo.
La noche del 26 de septiembre, un grupo de estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa fue atacado por órdenes del entonces alcalde, José Luis Abarca, del Partido de la Revolución Democrática (PRD).
Seis personas murieron y 43 desaparecieron después de que los policías se los entregaran a un grupo de delincuentes del cartel de Guerreros Unidos, quienes presuntamente los asesinaron e incineraron.
«Pintan de blanco la pared, pero luego las pintadas siempre aparecen otra vez», señala Carmen, quien integra el contingente de maestros que se turna para estar bajo esa carpa informativa, dispuestos a que este caso no se olvide.
Pero los candidatos a la presidencia municipal quieren lo contrario, que se pase página al dolor para que el municipio vuelva a resurgir de la crisis: ausencia de visitantes y cierre de decenas de establecimientos.
«Aquí en Iguala lo que más desea la gente por la situación que hemos pasado es orden y paz», explica a Efe el candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Esteban Albarrán, en el receso de una de sus reuniones de campaña.
Eso es lo que los ciudadanos le han transmitido estos días, que necesitan sentirse seguros tras este caso con el que «se abrieron otras cloacas», pues en la búsqueda de los jóvenes se encontraron decenas de fosas con cuerpos, aún por identificar.
Eran muchos en Iguala los que susurraban lo que pasaba, pero pocos los que se atrevían a hablar alto. «No se sabía a ciencia cierta, había rumores, indicios, pero nadie tenía pruebas o algo que pudiera decir ‘mira, aquí está esto», asegura Albarrán.
Tras la desaparición de los jóvenes cayó el alcalde y más de cien personas, entre policías y narcotraficantes, fueron detenidas, descubriéndose una trama de corrupción entre las autoridades y los delincuentes.
«Lo que no queremos es que se vuelva a repetir. Le hemos pedido a la gente que tenga mucho cuidado a la hora de elegir a sus gobernantes, que no se vaya con la finta de recibir regalo o dádiva porque eso nos ha salido muy caro», añade el candidato.
En opinión de Óscar Díaz, candidato del Partido de la Revolución Democrática (PRD), los igualtecos «sí se equivocaron» la otra vez, cuando eligieron a Abarca en los comicios de hace tres años. «Que esta vez no se equivoquen y elijan a alguien que quiera a su pueblo», apunta.
Antes de aquellos comicios, él luchó contra Abarca por ser el candidato, pero desde la dirección del partido no lo eligieron. Díaz cuenta que incluso denunció entonces los vínculos de Abarca con el narco y se lo hizo saber a Andrés Manuel López Obrador, pero no fue escuchado.
A Abarca lo eligieron candidato a la alcaldía y a Díaz a diputado local. Los dos resultaron vencedores. Hoy asegura que no tuvo «ninguna relación» con el exalcalde y que la aceptación de entonces «era un tema de partido».
«Salimos en una candidatura, pero él por un lado y yo por otro, cada quien hizo su campaña y los dos ganamos. Fue un apoyo de partido, porque moral no se lo di», afirma.
Juvenal, quien trabaja en una plaza de Iguala limpiando zapatos, recibió en la anterior campaña a Abarca en su casa y le dio su apoyo en las urnas. «Me fue a ver a mi domicilio, dijo que iba a ser diferente, que iba a hacer un cambio y que venía a poner las cosas bien», cuenta, arrepentido de su decisión.
Hoy tiene dudas sobre los candidatos. «Parecen buenas propuestas, pero ojalá que las cumplan y que haya un cambio», dice este hombre que lleva más de dos décadas viviendo en este municipio.
Cuando llegó, asegura, Iguala era tranquilo, pero en los últimos años la gente tiene «miedo de salir de noche» o pasar por el Periférico que rodea a la urbe, donde se han encontrado «muertos» o «descabezados», relata.
Y es que a pesar de la presencia de la Gendarmería, agrega Carmen, «sigue habiendo balaceras y muertos». «La gente que vive aquí sabe mucho, pero poco a poco se han ido abriendo. Los muchachos hicieron que esto se abriera. Todos sabíamos de alguna manera y nos quedábamos callados».
Ciudad cuna de la bandera mexicana, «ahora nos conocen como Iguala de las fosas», apunta esta maestra, y es «una pena y una vergüenza», añade.
Fuente: El Universal