Las arquidiócesis de Maracaibo y Cabimas se unieron en la Basílica Nuestra Señora de Chiquinquirá para despedir a monseñor Roberto Lückert. El arzobispo José Luis Azuaje destacó que el prelado «supo caminar con el pueblo en el ejercicio de su ministerio y cercanía a todos». El duelo en su honor terminará el próximo 19 de junio
Los presbíteros, familiares y feligreses de las arquidiócesis de Maracaibo y Cabimas se unieron en la Basílica de Nuestra Señora de Chiquinquirá para despedir a monseñor Roberto Lückert, luego de su velación en la parroquia El Sagrario (Catedral).
En la mañana de este lunes, en procesión, los Servidores de María cargaron en sus hombros el féretro con los restos mortales de Monseñor desde la Catedral hasta la Basílica, siguiendo toda la «Calle Derecha«. El recorrido fue guiado por el María Móvil, que cargaba en sí la réplica de La Chinita. La caminata fue amenizada por la banda Rafael Urdaneta.
Un total de 40 minutos duró la procesión, para luego ser recibido en la Basílica por los sacerdotes de Maracaibo y Cabimas. El arzobispo José Luis Azuaje, el rector del Santuario Chiquinquireño, Nedward Andrade, el rector de la Unica, Eduardo Ortigoza, el presbítero Edgar Doria y otros reconocidos sacerdotes se encontraban en el templo a la espera.
La Eucaristía comenzó con los mensajes de la Santa Sede y de monseñor Edgar Parra, sustituto de la Secretaría de Estado de la Santa Sede; este último recordó que el padre Lückert fue quien lo acompañó en los inicios de su camino vocacional y quien lo presentó al Seminario para comenzar su camino como sacerdote.
Desde el Vaticano expresaron que «el Santo Padre expresa su profundo sentimiento de pesar a la comunidad eclesial de la que ha sido guía, en particular a su arzobispo monseñor Víctor Hugo Basabe, al clero, comunidades religiosas y fieles, así como también a su familia y a cuantos participan en el rito exequial. Asimismo, recordando este abnegado pastor que durante su larga vida y con generosa fidelidad se entregó al servicio de Dios y de la Iglesia, también como obispo de Cabimas».
El Papa Francisco ofrece sufragios por el eterno descanso de su alma y a la vez lo encomienda a la protección de Nuestra Señora de Chiquinquirá e imparte con afecto a cuantos lloran tan sensible pérdida la confortadora bendición apostólica como símbolo de fe y esperanza en Cristo Resucitado», expresó el mensajero del Sumo Pontífice.
Luego se efectuó la Misa, donde el arzobispo José Luis Azuaje destacó en la homilía que monseñor Lückert «asumió con entereza la responsabilidad de ser cristiano con el pueblo y de ser un buen pastor para el pueblo, invocando a San Agustín. Al ser cristiano compartió la fe en el Resucitado, centró su vida en Cristo, pero un Cristo vivido con alegría, con inteligente humor, que refrescaba la noche oscura que cada uno tenemos en nuestra vida».
Antes de finalizar la Eucaristía, un vocero del alcalde de Maracaibo, Rafael Ramírez Colina, informó que el burgomaestre decretó tres días de duelo en honor al Arzobispo Emérito de Coro.
Los Servidores de María cargaron en sus hombros el féretro con el cuerpo de Monseñor hasta introducirlo en el carro fúnebre, que se encontraba al frente del templo zuliano, estacionado en la Plazoleta. Un cadillac azul fue el encargado de llevarlo hasta la parroquia La Asunción, ubicada en Los Haticos.
«Él fue mi padre, no mi tío»
Laura Lückert, sobrina de monseñor Roberto, reveló a los medios de comunicación que «él fue mi padre, él no era mi tío. Lo que soy como persona se lo debo a él; las cosas que le aprendí desde el ejemplo de lo que a mí me parecía que era bueno y de las cosas que no me gustaban también las tomé para corregirlas».
«Una persona de muchos principios, de siempre defender las cosas aunque no fuesen de él. Entonces esa imagen que quizás toda Venezuela, todo el mundo veía de él, nosotros lo veíamos puertas adentro de la casa y también entendíamos mucho lo que él sufría sobretodo por el país. Creo que nos deja un gran legado de lucha, de seguir insistiendo en que Venezuela en verdad sea libre, ese era su mayor anhelo», expuso.
Por otro lado, el arzobispo José Luis Azuaje reveló en exclusiva a dos diarios zulianos, entre ellos Versión Final, que «una cosa muy bonita, característica de él, era que conocía a la gente con su nombre, con su apellido, con sus apodos, con su sobrenombre y para todos tenía siempre una palabra. Por lo tanto ese sentido humano es fundamental en su vida«.
«Ya hoy lo despedimos y pedimos al Señor que le conceda eso que tanto anhelamos todos los cristianos, de estar cerca de él en su Reino», dijo.
VF