Hoy 10 de mayo celebramos el Día Nacional del Artista Plástico, como homenaje al natalicio del maestro de la luz, Armando Reverón, que se convirtió en uno de los pintores más influyentes de siglo XX.
Reverón es recordado por su excentricidad. Llegó al extremo de internarse, aislado lo más posible de todo el mundo, en un castillo que construyó en Macuto, con la única compañía de Juanita Mota, su esposa, y de sus muñecas de trapo hechas por él. Allí permaneció por espacio de unos 30 años, hasta que en 1935 fue recluido en el Sanatorio San Jorge, en Caracas, donde luego murió durante su permanencia en el Sanatorio, pero su sensibilidad no le abandonó. Hasta el momento de su muerte gozó de pleno dominio de sus facultades artísticas, pues fueron 12 los cuadros que realizó en el Sanatorio.
La vida privada del artista estuvo estrechamente ligada a su obra, ya que destacaba a través de la pintura su forma de vida. De carácter variado, a veces hermético a veces comunicativo, tenía tendencia a caer en estados melancólicos.
Utilizó pinturas a base de cola. Una de las épocas más interesantes en la vida del pintor; es la época sepia, llamada así por el empleo, como dice Calzadilla de una “entonación terrosa”, donde se aprecia la gran lucha espiritual que sostiene el artista; época expresionista, en que Reverón vuelve a los colores y produce una serie de autorretratos.
Su teoría se enfocó en el desarrollo de la relación entre el color y a la luz, que revoluciono, no sólo en el ámbito nacional, sino mundial. El estudio del fenómeno cromático, llevo a Reverón a la conclusión que sólo la luz valía.
Desde el año 2014, el Estado venezolano declaró las obras de Reverón como bien de interés cultural, así como todos sus bienes. Mañana se espera que sus restos sean trasladados al panteón nacional junto con otro gran artista César Rengifo.
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