Cuando pienso en la fecha 27 de junio, reafirmo que el primer periodista trascendente en este país fue Simón Bolívar. Él fue el primer hombre que con su verbo impreso en El Correo del Orinoco, impactó en la lectoría venezolana. Antes de ese hecho pionero, los gecetistas escribían notas de poca monta, efemérides, breves relatos poco relevantes.
La fecha del 27 de junio 1818, quedó inscrita en nuestra historia; como el punto de partida del periodismo con repercusión en la vida política de la nación. Ese día comenzó una forma de comunicar que buscaba la soberanía y desarrollo del país, antípoda a la comunicación mantuana, servil a la corona española, que se realizaba en la Caracas del siglo XIX.
La frase de Bolívar: “La artillería del pensamiento” surgió para significar la importancia del abordaje intelectual en la lucha independentista, la gesta para unificar la nación y así tener el control de su destino político. “Le doy tanta importancia a una imprenta, como a los pertrechos militares para lograr la victoria” afirmó El Libertador.
A 195 años de ese hito en la comunicación venezolana, propongo celebrar el día del periodista recordando a los grandes maestros de este oficio en nuestro país, honrando a los periodistas inspiradores de muchas generaciones de redactores, cronistas, moderadores y diaristas en general.
Propongo recordemos y rindamos un homenaje a Héctor Mujica, el larense que fundó la escuela de comunicación de la UCV y llegó a ser presidente del Colegio Nacional de Periodistas, un prolífico escritor. A Sergio Antillano y su inconmensurable aporte en la Universidad del Zulia como periodista del arte y catedrático. Miguel Otero Silva, el fundador del diario El Nacional, el mejor amigo de Pablo Neruda en Venezuela, autor de las primeras crónicas ejemplares en el país. Honremos la memoria de Francisco Tamayo, el primer periodista ambientalista de la nación; desde sus artículos protegió y describió con maestría la flora y fauna venezolana.
El sabio comunicador de Tovar, Domingo Alberto Rangel, nacido en 1923, quien estuvo al frente de “El Nuevo Venezolano” en la década de los 80, junto a su leal amigo Pedro Duno, éste fue un importante filósofo e insigne profesor de la UCV. El padre jesuita Jesús María Aguirre fundador la Revista SIC, órgano del Centro Gumilla, referencia del periodismo investigativo en toda América Latina. El profesor Earle Herrera, el oriental que es cátedra viva de la comunicación, polígrafo, ganador en tres ocasiones del Premio Nacional de Periodismo. A José Ignacio Cabrujas, el país que dibujó en sus crónicas. Al querido profesor Ignacio de la Cruz, el mejor teórico de la comunicación universitaria en el Zulia. El maestro comunicador Eleazar Díaz Rangel, aún muy activo en el diarismo nacional y en los medios radioeléctricos.
Por otro lado, manifiesto mi rechazo a las fiestas babilónicas, donde concentran a los periodistas, camarógrafos, planteros, choferes de unidades móviles, opinadores de oficio, mensajeros, operadores de audio, maquilladores, para servirles comida como a reclutas en una barraca. Un convite confuso donde realizan rifas, sorteos de pen drives, con animadores que invitan a “ligar su suerte”. Han llegado a premiar con mesas de planchar, olletas, vajillas y tostiarepas. Luego invitan a participar en una bailanta, con la posterior “hora loca” y el “pase del palito”. Creo que lejos de ser un homenaje a los periodistas, se convierte en una verbena de los empleados de los medios, de muy bajo talante, de estilo grotesco.
Ojalá veamos en el futuro cercano celebraciones para periodistas, más dignas, donde se realicen sorteos de becas para estudios de postgrado, concursos para publicar obras, financiamientos de proyectos de investigación, viajes para conocer los medios más influyentes del mundo. Y se haga honor al legado de Bolívar, dejando atrás esta distorsión de fiesta pedestre, al mejor estilo de las romerías adecas.
El maestro Gabriel García Márquez, afirmó en España: “No conozco un mejor oficio en el mundo, que el de periodista” (Diario El País, 1994).
Coincido plenamente con él, es una labor hermosa, que tiene como centro de su accionar el servir a los demás. En estos tiempos, el oficio ha sido reinventado en este nuevo paradigma de La Sociedad de la Información, con sus nuevos medios digitales, redes omnipresentes, pero sigue siendo infinitamente humano y necesario.
Cada 27 de junio es una oportunidad para honrar a los preceptores que nos enseñaron este oficio, esta forma de vida que tanto amamos, y que debemos dignificar./YG
Fuente:difundelaverdad.org.ve
