La introducción de la tecnología en dispositivos destinados a cuidar de nuestra salud es una realidad desde hace años, y uno de los ejemplos es el de los páncreas artificiales que permiten por ejemplo controlar las fluctuaciones de azúcar en sangre en pacientes con diabetes de tipo 1. El problema, avisa un grupo de investigadores, es que estos dispositivos pueden ser hackeados.
En un informe publicado por la Clínica Mayo en Rochester y la Universidad de Virginia en Charlottesville indican que «datos deliberadamente altos de glucosa enviados a una plataforma móvil de computación podría causar que el algoritmo liberase demasiada insulina, mientras que una dato de una cantidad baja de azúcar haría que se proporcionara muy poca». Estos peligros potenciales son solo un ejemplo de cómo los avances en la integración te tecnología en nuestro cuerpo tienen un lado muy preocupante.
Parar un marcapasos remotamente no es ninguna utopía
En la serie televisiva de ficción Homeland uno de los personajes secundarios moría tras un ciberataque destinado a detener su marcapasos. El control de estos dispositivos no solo es susceptible de ser controlado de forma remota, sino que este tipo de riesgos causó efectos colaterales curiosos. Por ejemplo, que el cardiólogo del vicepresidente Dick Cheney desactivara la conectividad inalábrica de su marcapasos para evitar ese riesgo.
Este y otros dispositivos como el mencionado anteriormente se han vuelto lo suficientemente pequeños para ser wearables que los afectados por esas enfermedades pueden llevar integrados en su cuerpo para hacer que la calidad de vida aumente. Normalmente se gestionan con pequeños mandos que se conectan por Bluetooth, pero en algunos casos tienen incluso conectividad WiFi, y los expertos han demostrado que con hardware disponible hoy en día fácilmente y datos básicos -como el número PIN del dispositivo, que esperemos no sea el determinado de serie- pueden controlar estos dispositivos remotamente.
El MiniMed 640G, el páncreas artificial que ha sido recientemente aprobado en Australia y Europa, es capaz de detectar ese nivel de azúcar en sangre y actuar en consecuencia aumentando el flujo o disminuyéndolo según las necesidades.En su desarrollo y en el de otros dispositivos similares los expertos aseguran que se están estableciendo estándares para qeue todos los elementos sean interoperables, pero sobre todo que haya mecanismos de cifrado y otras medidas de seguridad para evitar accesos no permitidos. El algoritmo incluso podría detectar situaciones anómalas -como un aumento repentino del nivel de azúcar en sangre en mitad de la noche- que haría que se se dispararan alertas especiales para tratar esa situación por si fueran falsas.
Fuente: Xataka