Los trabajadores tienen meses reclamando en las calles, pero en las últimas semanas su organización se ha hecho notoria. La evidencia de que esto no le está gustando al gobierno chavista es que comenzaron una especie de razzia contra los dirigentes sindicales, pero esto lejos de amilanarlos ha hecho que entiendan que deben luchar unidos.
El sábado hicieron un Encuentro Nacional de Trabajadores en Caracas, porque se están dando cuenta de que todos los sectores tienen algo que reclamar y están dispuestos a hacerlo con fuerza y contundencia hasta que les cumplan sus exigencias. Como escribió ayer Miguel Henrique Otero en su artículo dominical: “El Observatorio de Conflictividad Laboral y Gestión Sindical presentó su informe correspondiente al primer semestre de 2022: se han producido 880 conflictos laborales. Esta cifra marca un notable incremento con respecto a 2021: en la primera mitad del año se han producido más de 65% del total de los conflictos reportados el año pasado”. Y es una realidad que está arropando a todo el país, no hay región que no tenga a la semana alguna manifestación de trabajadores.
Son los del sector educativo, pero también los del área de salud, los petroleros, los de las empresas de Guayana, los empleados públicos. Todos tienen algo que reclamar, pero principalmente sueldos y beneficios, porque realmente son la clase más afectada por la crisis económica chavista. Dependen de un salario que no les alcanza, pero además el gobierno de Nicolás Maduro pretende burlar las reivindicaciones que han conseguido a través de los años con mucho esfuerzo, como las escalas de clasificación, antigüedad y otros derechos laborales.
Por eso es que en la reunión de trabajadores se habló de elevar el discurso, pues en realidad la situación puede calificarse como una violación del derecho al trabajo, contra lo cual deben oponerse todos porque a la hora de aplicar instructivos como el bautizado “Proceso de ajuste del sistema de remuneración de la administración pública, convenciones colectivas, tablas especiales y empresas estratégicas”, los ministerios de Maduro no hacen distingos entre militantes de uno u otro partido, todos están sufriendo lo mismo.
Es una pelea que se está dando en todas las regiones y que ha comenzado a crecer organizadamente para convertirse en un solo clamor nacional. Es el derecho al trabajo el que se está vulnerando diariamente.
Si este movimiento logra articular el descontento que ya es general, puede llegar a tener un lugar en la historia del cambio que tantos venezolanos ansían. No olvidemos que en el país, según datos de Transparencia Venezuela, hay más de 5.500.000 empleados públicos, una estrategia con la que el chavismo ha pretendido ganar lealtades, pero que hoy tiene en la calle a miles haciendo justos reclamos y que no deben seguir siendo ignorados.
El gobierno de Maduro no puede seguir aplicando medidas sin tomar en cuenta a los sectores involucrados. Menos aún enviar a las fuerzas del Sebin a sus concentraciones. Tengan presente que una violación de derechos humanos no se acalla con un bono del sistema Patria, una bolsa CLAP o porque uno de sus voceros simplemente diga que todo está bien. ¡Basta de tanto menosprecio!
Los venezolanos tenemos la obligación de acompañar a los trabajadores en sus exigencias y manifestaciones. Y aunque ellos mismos han pedido que no se partidice su lucha, los dirigentes de la oposición deben apoyarlos.
Claro, es deseable que no se pongan a halar la brasa para su sardina, pero sí que entiendan que es la clase trabajadora la que está recibiendo todos los golpes de la crisis y no la va a detener nadie. Esto apenas comienza.
Editorial de El Nacional