Hay dos formas arquetípicas de mantener el poder: o por el convencimiento, digamos que, por la aceptación de las mayorías, la democracia pues; o por la violencia para someter al pueblo que repele a sus mandatarios. Los venezolanos del siglo XXI sabemos que el despotismo que nos aplasta ha tenido su soporte último y decisivo en unas fuerzas armadas y policiales politizadas, depuradas, adiestradas por mano maestra, dispuestas a utilizar cualquier medio para cumplir sus tareas de guardianes.
Pero durante los períodos de estabilidad, por inercia política popular, la anticonstitucional injerencia militar en la vida política parece amainar. Tal parece haber sucedido en el pasado reciente. Pero de repente, en un cumpleaños de la Guardia Nacional su comandante general Elio Estrada se permitió un disparatado discurso político donde dijo cosas gruesas sobre la política de estos días. Hizo acusaciones de todo tipo a la oposición, pero nos interesaron dos muy curiosas: que van a actuar si no se acepta el CNE, que ni siquiera ha sido nombrado; y que la participación de candidatos inhabilitados en ese acto privado que son las primarias los convierte en subversivos. El general Padrino aplaudió.
Uno teme este gruñido, claro. Pero podría ser un índice estupendo de que algo se está moviendo y mucho en el seno del pueblo ante las posibilidades electorales y de malestar en los uniformados. No está nada mal.