El pueblo colombiano decidió su futuro en unas elecciones democráticas y respetuosas, y desde aquí les enviamos a los hermanos del país vecino sinceras felicitaciones. En esta segunda vuelta, la mayoría le dio su voto de confianza a Gustavo Petro, quien desde el 7 de agosto asumirá la presidencia de Colombia.
Somos pueblos hermanos, y ahora más que nunca, cuando hay cerca de 2 millones de venezolanos tratando de sobrevivir en aquel lado del Arauca. Por eso y por toda la historia compartida, el bienestar de Colombia es tan importante.
Sin duda fue una gran noticia para los venezolanos constatar el buen estado de la institución electoral colombiana, que en menos de una hora después de cerradas las mesas ya estaban dando resultados. Todo fue rápido, sencillo y transparente. Los votos llegaban al centro de totalización y eran contados manualmente. Nada de complicados procesos de transmisión ni problemas para trasladar las papeletas y las actas de cada mesa. Los medios de comunicación, así como cualquier ciudadano, pudieron ser testigos del conteo. ¡Enhorabuena!
Pero más allá de ese triunfo de la sociedad colombiana está el hecho de que la votación refleja una gran división en la sociedad. Gustavo Petro obtuvo 50,69% de los votos frente a un poco más de 47% de Rodolfo Hernández. Como vecinos y meros espectadores, es muy difícil interpretar las razones por las cuales el electorado decidió darle la oportunidad al exlíder guerrillero, pero todo parece indicar que la mayoría quiere un cambio, aunque no se anotaron directamente en el discurso de la antipolítica que representaba el empresario opositor.
Y aunque la abstención aparentemente fue baja, todavía hay 41% de los colombianos que no se sintieron atraídos por ninguno de los dos discursos, lo que representa una porción bastante importante de la población. Así que Petro recibirá un país abiertamente dividido, y con los planes de cambio que tiene eso puede representar bastante dificultad para gobernar. También hay que tomar en cuenta que la bancada que lo apoya en el Congreso no es mayoría, así que estará obligado a pactar con los partidos tradicionales si quiere avanzar en las agresivas reformas que prometió.
En medio de todo, sus planteamientos de priorizar la producción sobre la extracción petrolera, hacer reformas en la educación, avanzar en el cumplimiento de los acuerdos de paz o incluso entablar conversaciones con el Ejército de Liberación Nacional, además de reestructurar el sistema de impuestos, son cambios ambiciosos que requerirán de un manejo impecable de la negociación política. Y ojalá sea para el bien de los colombianos. También es deseable que no se desvíe a hacer reformas, como lo han intentado otros gobernantes izquierdistas, para asegurarse más tiempo en el poder. Y ojalá que las instituciones que deben hacer contrapeso a sus iniciativas puedan actuar para mantener el equilibrio de poderes como es debido en una democracia.
Sobre el tema de Venezuela, su intención es retomar las relaciones diplomáticas. Ya Nicolás Maduro y Diosdado Cabello expresaron su alegría por el triunfo del exguerrillero amigo de Hugo Chávez. Pareciera que piensan que es un apoyo incondicional a su manera de hacer las cosas, y por el bien de los colombianos, esperamos que no. Ellos se basan en que se supone que Petro es de izquierda, pero por estos lados sabemos que los chavistas poco saben de ideologías o de socialismo, sino que más bien son una mezcla extraña que no tiene directrices claras a menos que sea llenarse los bolsillos.
De todas maneras, restituir las relaciones entre los dos países no es un asunto que se puede hacer de la noche a la mañana. Y para que esto pase hay un actor igual de importante que Petro va a tener que considerar, quiéralo o no, y es Estados Unidos, que al fin y al cabo es un socio importante de Colombia. ¿A quién le hará caso?
Tiene en sus manos la papa caliente de la migración de venezolanos y no podrá ignorar el hecho de que el fenómeno se debe al mal gobierno de sus amigos chavistas. Ojalá actúe con humanidad y siga las políticas de protección de los miles de compatriotas que tratan de sobrevivir en Colombia huyendo de la crisis humanitaria venezolana.
Como sea, comienza una nueva era en el vecino país y lo que les deseamos a los colombianos son cuatro años de paz y prosperidad.
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Editorial de El Nacional
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