Cuando se habla de iguanas, rabipelados, zamuros y otros animales en conjunto, algunos podrían pensar en un grupo “multiforme”. Sin embargo, lo más probable es que las reglas del idioma no permitan tal adjetivo para este caso.
Si se usa en el contexto de la estrategia militar, como en el título, se podría entender que se trata de varias formas de guerra. Algo realmente digno de estudio. Un enfrentamiento multiforme podría dar como resultado tantos escenarios como formas se identifiquen y sería bastante difícil, entonces, responder a los ataques. Pero no es de eso de lo que queremos tratar, sino de las excusas del gobierno chavista cuando intenta justificar las fallas del sistema eléctrico.
Una de las “formas” es precisamente el ataque de animales suicidas, que se infiltran en las estaciones y subestaciones y las hacen estallar en lo que, de acuerdo con el vicepresidente Reverol, son ataques terroristas.
Eso dijo cuando el fin de semana pasado la subestación de Aragua explotó. Sin que hubiera tiempo para que se activara un protocolo de investigación, habló inmediatamente de “un ataque” que formaría parte de la “guerra multiforme”. Lo cierto es que localidades de muchas regiones del país, incluida Caracas, se quedaron sin luz. Eso a pesar de la “vigilancia estricta” de las estaciones que hace años ofrecieron implementar y que tampoco esta vez pudo detectar la “forma” que rompió tan diligente cerco.
Lo que no reconocerán jamás es que tienen años sin cambiarle ni un tornillo a las instalaciones eléctricas porque siempre es más fácil culpar a otro de lo que falla. Si Venezuela fue alguna vez un país completamente electrificado, y hasta se dio el lujo de conectar al estado brasileño de Roraima, fue porque los gobiernos de la democracia hicieron un esfuerzo por dar al menos un mínimo de bienestar y calidad de vida a la población.
Por desidia, por falta de inversión, por la ineficiencia e ineptitud que han caracterizado las últimas dos décadas, hoy toda esa red está en condiciones deplorables. Sin mantenimiento nada dura en el tiempo. Ya ni siquiera Caracas, que era la privilegiada, queda en pie. Y los pronósticos tienen que ser pesimistas. Para recuperar el sistema eléctrico y ponerlo a funcionar hace falta muchísimo dinero y no hay organismo internacional que se atreva a prestarle a la gestión de Maduro. Entretanto, los venezolanos tendrán que prepararse para resistir a oscuras, pues los apagones continuarán.
Editorial de El Nacional