A muchas personas del cine parece fascinarles el poder y gustan codearse con quienes lo detentan. A estas también les atrae el glamour hollywoodense y suelen posar sonrientes y complacientes al lado de actores y actrices. A Chávez le vimos retratado junto a Naomi Campbell, Sean Penn y Kevin Spacey. Se les pagó por ello. Era material propagandístico. También se hizo fotografiar con Danny Glover, quien se embolsilló 18 millones de dólares para producir una película sobre Toussaint-Louverture, de la cual nunca se rodó un pie. Todos esos encuentros faranduleros fueron publicitados por el régimen y debidamente aplaudidos y vitoreados –¡clap, clap, clap, viva, bravo!– por los adulantes de su entorno, y ensalzados como positivos para la revolución bonita por el entonces teniente Cabello.
Hay estrellas, sin embargo, que prefieren unir su nombre y riqueza a causas justas y humanitarias, bien sea mediante fundaciones u oficiando de embajadores de buena voluntad. Es el caso de la intérprete, directora, guionista y activista por los derechos de las mujeres Angelina Jolie, quien, en su carácter de enviada especial de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados, Acnur, acaba de realizar un viaje a Perú para conocer la situación de los migrantes venezolanos, lo cual le ha valido censura del mencionado oficial ascendido a capitán por la gracia de Hugo. No vale la pena reproducir los improperios y sandeces del pitecántropo capilar. Mejor uso del espacio haremos glosando la información enviada desde Lima por Efe.
“Profundamente conmovida por la dignidad de los cientos de miles de inmigrantes venezolanos que huyen de la crisis económica de su país, y por la calidez y generosidad de los países que los acogen”, dijo sentirse la actriz en sus declaraciones a la agencia de noticias. Tras reunirse con el presidente Martín Vizcarra y el canciller Néstor Popolizio, afirmó que esta crisis migratoria le resultó “más impactante porque era predecible y evitable”. Es transcribir, en su totalidad, un párrafo que resume la dramática realidad negada por el gobierno de Maduro, escrito con perspicacia periodística, poniendo de relieve la sensibilidad de la ganadora de dos premios Oscar y tres Globos de Oro en su contacto con quienes huyen de Venezuela.
La actriz estuvo el domingo en Lima, donde visitó un albergue que acoge a los venezolanos recién llegados a la capital peruana, y el lunes se trasladó a la frontera de Perú con Ecuador para constatar la masiva llegada diaria de miles de migrantes procedentes de Venezuela. “Cada venezolano que conocí describió la situación de su país como desesperada. Escuché historias de gente muriendo por falta de cuidados médicos y medicinas. El pueblo pasa mucha hambre, y está expuesto a violencia y persecución”, relató Jolie. “Ninguno de los venezolanos que conocí quería caridad. Solo querían una oportunidad para ellos mismos”.
Por supuesto que el gesto de la protagonista de Tomb Raider será estigmatizado por los medios oficialistas nacionales. Pero es imposible tapar el sol con un dedo. El testimonio de Jolie se suma a voces que claman por una salida a la crisis venezolana. Gracias, Angelina.
Editorial de El Nacional