La banca fue señalada de canalizar dinero hacia el “régimen autocrático” de Maduro con la compra de la deuda emitida por Pdvsa
Han pasado 10 meses desde que la compra de la deuda venezolana por Goldman Sachs Group provocó una controversia que se conoció como los «bonos del hambre». Desde entonces el episodio se ha desvanecido del ámbito público y ha sido olvidado en gran parte en Wall Street, pero no en los pasillos de Goldman Sachs, señaló Bloomberg en su página web.
Sheila Patel, directora ejecutiva de la división internacional de Administración de Activos de Goldman Sachs, dijo en una entrevista que el incidente se convirtió en un momento de aprendizaje para la empresa y la ayudó a enfocar sus inversiones con la mirada puesta en las políticas ambientales, sociales y de gobernanza. «Fue una gran experiencia de aprendizaje… Pero lo más importante, en realidad, es que nos impulsó a dedicarle más tiempo a esas políticas», reiteró
En mayo del año pasado, los sucesos se desencadenaron rápidamente para la banca de inversión después de que su unidad de Administración de Activos adquirió casi 3 millardos de dólares de la deuda emitida por Petróleos de Venezuela, agregó Bloomberg. La compra fue bautizada como «bonos del hambre» debido a la crisis humanitaria cada vez más profunda en Venezuela.
Hubo una serie de protestas a las afueras de la sede de Goldman, y los políticos y activistas de todo el mundo condenaron la transacción. Afirmaron que la banca de inversión había indirectamente canalizado el dinero hacia un “régimen autocrático”.
Para empeorar las cosas, los bonos han estado en default por más de cuatro meses. Presionado por una recesión paralizante y sanciones extranjeras, el gobierno de Nicolás Maduro ha comenzado a suspender los pagos de gran parte de su deuda externa.
Los bonos ahora se cotizan en 21 centavos por dólar, por debajo de los aproximadamente 31 centavos que, según los informes, Goldman Sachs pagó por ellos.
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