Los datos oficiales más recientes apuntan a que el déficit fiscal primario fue equivalente al 2,28 % del PIB en los 12 meses cerrados en marzo y si se tiene en cuenta el pago de los intereses, el déficit escala al 9,73 % del PIB.
El Gobierno del presidente interino de Brasil, Michel Temer, casi duplicó hoy el cálculo del déficit fiscal primario, antes del pago de los intereses de la deuda, para este año y lo fijó en 170.500 millones de reales (unos 48.440 millones de dólares), el peor dato en la historia del país.
El ministro de Hacienda, Henrique Meirelles, afirmó en una rueda de prensa que es una cifra «realista» y que usa «parámetros próximos» a los que maneja el mercado financiero, informó Efe.
El cálculo del déficit es un 76,4 % superior a la última previsión que realizó el Gobierno de la ahora suspendida presidenta del país, Dilma Rousseff, para este año, que era un resultado negativo equivalente al 1,5 % del producto interior bruto (PIB), de 96.650 millones de reales ($27.460 millones).
Con relación al tamaño de la economía brasileña, el nuevo cálculo del PIB es cercano al 2,5 % ó 2,6 % del PIB, aunque el Gobierno no ofreció datos concretos.
Asimismo, la nueva previsión implica que el déficit de este año será un 53,2 % mayor al registrado en 2015 y, si se confirma, supondrá que Brasil registra tres años consecutivos con las cuentas públicas en rojo.
Al asumir la Presidencia de Brasil la semana pasada, después de que Rousseff fuera suspendida de sus funciones, Temer se fijó como principal objetivo de su Gobierno reducir el déficit fiscal y recortar la deuda pública, a fin de sanear las cuentas públicas.
Al presentar las nuevas previsiones del déficit, el ministro de Planificación, Romero Jucá, afirmó que el «primer paso» para solucionar la delicada situación de la economía del país es «reconocer los problemas» que tiene.
El principal factor que llevó a la revisión de la previsión del déficit fue que el Gobierno de Rousseff «superestimó» el cálculo de ingresos, según Meirelles.
Según el ministro, el anterior Gobierno calculó que los ingresos subirían un 17 % este año, pero en cambio tendrán una caída real del 4 %.
La recaudación tributaria ha caído de forma drástica en los últimos meses, principalmente debido a la recesión que atraviesa el país.
La economía brasileña se hundió un 3,8 % el año pasado y, según diversas proyecciones, la caída del PIB puede ser similar este año y registrar una contracción de cerca del 3,5 %.
De acuerdo con Meirelles, jefe del equipo económico del Gobierno de Temer, la nueva meta de déficit para este año solo supone el diagnóstico actual de la situación de las cuentas públicas, aunque aseguró que las medidas que se anunciarán «en las próximas semanas» contribuirán a mitigar ese dato negativo.
«El compromiso es que la trayectoria de la deuda pare de crecer, se estabilice y vuelva a caer en un tiempo con las medidas que vamos a tomar», dijo el ministro de Hacienda.
Meirelles recalcó el compromiso del Gobierno con la «austeridad» y con el «control riguroso» de gastos, para evitar nuevas revisiones del cálculo del déficit.
El resultado fiscal «primario» es el principal indicador utilizado en Brasil para medir la salud de las cuentas públicas y la solvencia del Estado para cumplir con sus compromisos de pago de deuda.
Este indicador, que no incluye el pago de los intereses de la deuda, fue adoptado en los años noventa, en el marco de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Los datos oficiales más recientes apuntan a que el déficit fiscal primario fue equivalente al 2,28 % del PIB en los 12 meses cerrados en marzo y si se tiene en cuenta el pago de los intereses, el déficit escala al 9,73 % del PIB.
El nuevo cálculo del déficit se enviará el próximo lunes al Congreso, que tendrá que aprobarlo a través de una ley.
La última revisión de las cuentas públicas, presentada en marzo por el Gobierno de Rousseff, no llegó a ser evaluada por el Congreso, porque estaba inmerso en el trámite para un proceso de destitución de la mandataria, ahora suspendida del cargo, por lo que el Ejecutivo en la práctica sigue trabajando con un presupuesto anterior, que contemplaba un superávit fiscal.
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