Imaginen los lectores que un buen día llegan los pocos maestros que hay en una escuela con un montón de palos y ponen a los muchachos a hacer un corral en el patio del recreo. La escena sigue con un camión chino del Ministerio de la Alimentación descargando 200 gallinas en el plantel.
Con la intención de cumplir las órdenes, los maestros y los niños meterán las aves en el improvisado corral y estarán satisfechos con la lección aprendida. “Lo que hace falta para tener huevos para comer es poner un montón de gallinas juntas y sentarse a esperar”. Esa es la idea que tiene Nicolás de producción.
«Ellas ponen su ponedura, su postura, y nosotros agarramos esas posturas y las distribuimos entre los familiares. Eso es maravilloso», dijo el jefe del régimen. Para él es como coser y cantar.
Lo que le faltó decir es que hacen falta algunos detalles para que un proyecto de esta naturaleza dé resultados. Pero es comprensible, porque lo que está haciendo es repetir la historia de su predecesor, el difunto Chávez, con su maravillosa idea de gallineros verticales.
A cada rato Hugo mandaba a criar gallinas o a sembrar en los balcones. Hasta se dio el lujo de poner en plena avenida Bolívar de Caracas un huerto organopónico que nunca dio frutos.
Pero no podemos menospreciar el gesto de Nicolás, porque de alguna manera está reconociendo que su política económica ha destruido cualquier cosa que se pueda llamar “sector productivo”. Es por esta razón que los niños no tienen qué comer.
Hasta se aventura a decir que él tiene un gallinero que cuida todos los días. Debe pensar que el alimento para las aves le cae del cielo y las vacunas para mantenerlas alejadas de las enfermedades también. Sería bueno que le preguntara a los pocos productores de esas “poneduras” que tanto parecen gustarle cuánto deben invertir para sacar el producto al mercado.
Tener un huerto tampoco es sencillo, por más que la tierra venezolana es bendita y fértil. Hacen falta semillas, abono, fertilizantes. Lo que usted pretende, entonces, es que los niños abandonen las aulas y se pongan a trabajar si es que quieren comer.
Pues va siendo hora de que sepa que eso pasa desde hace tiempo. Tristemente la infancia venezolana ha tenido que dejar la escuela para tratar de sobrevivir.
Después de 20 años en el poder no se han dado cuenta de que la educación gratuita y de calidad es un mandato que le da la Constitución. Una obligación que han evadido tanto usted como su predecesor fallecido.
Tampoco cuente mucho con que esas gallinas van a llegar a destino, porque habrá más de uno que se robe el presupuesto. Sin contar con que el hampa también tiene hambre, y puede ser que, como ya no tienen nada que robar en las escuelas, se metan de noche a llevarse las gallinas.
Editorial de El Nacional