¿Qué atrae la suerte? ¿Una pata de conejo, cruzar los dedos o no pasar por debajo de una escalera? La buena fortuna sí existe, afirman investigaciones. Sin embargo, está lejos del campo de la probabilidad o del azar, y más cerca del psicológico.
—Cábalas y control—
Evitar el color verde, no escuchar música de Marc Anthony en la concentración y –la más reciente que se conoce– tocar a una novia antes de un partido. Estas son las cábalas del técnico Ricardo Gareca para atraer la suerte.
“Se tiende a usar cábalas en situaciones de estrés o incertidumbre, porque le permite a la persona recuperar la sensación de control”, le dijo a El Comercio Lennia Matos, profesora del Departamento de Psicología de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP).
Y es que –explica la especialista– el cerebro de la persona busca asociaciones que generen seguridad y poder sobre un evento específico. Al encontrarlas, las repite.
En el 2010, golfistas a quienes se les dio una supuesta bola de la suerte mostraron un rendimiento mayor que aquellos a los que se les dijo que su pelota era común y corriente.
De acuerdo al experimento, publicado en el portal Sage Journals, los beneficios en el rendimiento se deben a que hay un cambio en cómo se percibe la autoeficacia o la confianza en sus propias capacidades. También se probó, con el mismo resultado, el uso de objetos de la suerte en ejercicios de destreza motriz, memoria y juegos de anagramas.
—Golpes de suerte—
Pero a veces no hacen falta las cábalas, sino estar en el tiempo y lugar correctos. Para Richard Wiseman, psicólogo y profesor de la Universidad de Hertfordshire (Reino Unido), esa buena fortuna no está basada en el azar, sino en la capacidad de la gente para detectar y aprovechar rápido una oportunidad.
Para demostrar esto, Wiseman ordenó a personas que se identificaron como afortunadas y no afortunadas a leer un periódico que en su página central decía en letras grandes: “Dígale al experimentador que ha visto esto y gane £250”.
Las personas que se consideraban con suerte tenían una mayor predisposición a detectar el anuncio frente al otro grupo, que mostraba mayor ansiedad y por lo tanto menor capacidad de observación.
“Hay factores asociados a las personas que tienen suerte. Por ejemplo, podemos decir que yo he tenido suerte porque de pronto encontré un trabajo. Pero en verdad es que he estado yendo a distintos lugares, lo que permitió que consiguiera contactos que me llevarían luego a acceder al empleo. Pero qué pasa si yo me quedo en mi casa o no hago nada, me estoy privando de oportunidades”, afirma Matos.
Wiseman, en base a sus investigaciones, ha identificado cuatro principios que las personas emplean para tener buena fortuna: maximizar las oportunidades y estar más abierto a nuevas experiencias, hacer caso a las corazonadas o la intuición, tener la esperanza de que el futuro siempre traerá beneficios, y sacar algo positivo de las experiencias negativas o desalentadoras.
Fuente: elcomercio