Años de entrenamiento como geólogo han preparado muy mal a Everett Rutherford para recorrer el extraño camino que actualmente transita. No son formaciones rocosas lo que debe examinar, sino las arenas movedizas de las tensas relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y el régimen socialista de Caracas.
Rutherford y su esposa Trudy navegaban por los pasillos del poder en Washington la semana pasada. También han estado usando las líneas telefónicas a Venezuela tratando de conseguir la liberación de su sobrino, el ex Marine Matthew John Heath.
“Somos personas normales que nos encontramos en circunstancias extraordinarias”, dijo Rutherford, de 63 años, un hombre de voz suave con una larga coleta y ademanes serios.
Heath es acusado de presunto terrorismo en Venezuela. Fue detenido bajo circunstancias controvertidas en septiembre pasado en un puesto de control de la carretera de la porosa región de La Guajira, donde Colombia y Venezuela comparten una frontera irregular.
Aunque el informe de arresto original no menciona la existencia de armas, el anuncio realizado días después en Caracas sobre el arresto de Heath fue acompañado por fotos del presunto arsenal que supuestamente fue encontrado en su automóvil.
El abogado venezolano de Heath, Guillermo Heredia, refuta que habían armas en el vehículo y ha presentado documentación que demuestra que parte del arsenal mostrado en la fotos era demasiado largo para caber en el maletero del automóvil compacto en el que lo detuvieron.
Heath se ha negado a asistir a las audiencias judiciales, en un intento por obligar a las autoridades del régimen a transferirlo desde la prisión en que se encuentra, instalaciones de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM) que los grupos de derechos humanos califican de “inhumana”.
Se quejó de las condiciones de encarcelamiento en febrero y, debido a los errores de los fiscales venezolanos, su caso se remonta al principio con un reinicio potencialmente programado para el 2 de septiembre.
Heath, nativo de Knoxville, Tennessee, está por cumplir un año tras las rejas en Venezuela y acaba de cumplir su 40 cumpleaños en el equivalente de una mazmorra ubicada en un sótano de estacionamiento en Caracas, donde se filtra monóxido de carbono.
Su tío dijo que a la familia solo se le ha permitido dos llamadas con él, la más reciente hace unas dos semanas cuando el teléfono sonó inesperadamente y la conversación se realizó sin la presencia de su abogado.
“La voz de Matthew era muy tranquila, y la interpretación de su padre fue que la llamada telefónica pudo haber sido arreglada por la DGCIM”, dijo Everett.
Trudy Rutherford agregó: “Dijo ‘las cosas están mejor aquí’, lo que sabemos que no es cierto…. Enviamos alimentos, ropa y medicinas todos los lunes. A veces recibe una llamada telefónica de dos minutos [con su abogado] y dice: ‘No recibí mi medicina, no recibo toda mi comida’“.
A través de grupos no gubernamentales y diplomáticos extranjeros, los Rutherford y sus partidarios buscan presionar a Venezuela para que permita las denominadas visitas de bienestar. Eso permitiría a una organización como las Naciones Unidas, la Cruz Roja, el Vaticano o alguna otra agrupación benéfica, verificar la solidez mental y física de Heath.
“Realmente no ha visto a su abogado, cara a cara, durante nueve semanas. El Dr. Heredia no sabe cómo está la salud física de Matthew. No sabemos cómo está su salud psicológica ”, dijo su tía, al señalar que la orden judicial para trasladarlo a una prisión con mejores condiciones ha sido ignorada, en lo que equivale a un abuso de autoridad.
Uno de los grandes obstáculos en la búsqueda de soluciones diplomáticas para Heath es que la administración Trump dejó de reconocer la legitimidad del régimen de Nicolás Maduro en enero de 2019, a favor de un legislador opositor venezolano al que consideraba como el presidente constitucional del país. Esto ha continuado en la administración de Biden, por lo que las conversaciones directas de gobierno a gobierno siguen siendo un desafío.
Para muchos observadores, Maduro por lo general utiliza a los estadounidenses detenidos como fichas a ser negociadas a cambio de concesiones. Eso quiere decir que alguna mejora en las condiciones de Heath podría estar sujeta al complejo proceso de conversaciones tras bastidores emprendido por el régimen para tratar de conseguir que Washington relaje sus sanciones contra Caracas.
“Maduro quiere algo a cambio de Matthew. Simplemente nos gustaría saber qué es, para que nuestro gobierno pueda involucrarse y comenzar a trabajar para que nuestros estadounidenses puedan regresar a casa ”, dijo Trudy, de 59 años, quien ayudó a criar a Heath y lo considera casi un hijo.
La Casa Blanca, entre tanto, sostiene que está monitoreando la situación de Heath con atención.
“La administración Biden ha consistentemente puesto la liberación de todos los ciudadanos de Estados Unidos y la de los presos detenidos ilegalmente entre sus principales prioridades en su trato con el régimen de Maduro”, un funcionario del Departamento de Estado dijo a McClatchy el lunes por la noche.
“Nosotros le hemos dejado en claro al régimen lo importante que es este tema para Estados Unidos. Las condiciones reportadas públicamente sobre el cautiverio de Matthew y su continuada detención sigue siendo una prioridad estadounidense que debe ser tratada”, agregó.
Trudy describe a Heath como un ratón de biblioteca que se inscribió en el servicio militar cuando aún estaba en la escuela secundaria para continuar una tradición familiar.
“Es muy honesto y trabajador. El objetivo de su vida era ser capitán de su propio barco ”, dijo Trudy, especialista en control de calidad para un fabricante de tuberías del área de Knoxville.
Heath compró una embarcación de 53 pies llamada Purple Dream y esperaba iniciar un negocio de viajes charter. Entre los muchos misterios está lo que sucedió después de que tocó tierra en la ciudad portuaria colombiana de Cartagena de camino a la isla de Aruba. Fue arrestado en el interior de Colombia en marzo de 2020 y acusado de posesión de municiones para un arma de 9mm, aunque no tenía arma. Los tiempo y los hechos que siguieron después aún no están del todo claros.
La familia cree que Heath pudo haber sido extorsionado, llevándole a pedir a sus padres de medios humildes y a sus amigos que le enviaran dinero. Es posible que eventualmente haya sido “vendido” por una red criminal al gobierno venezolano.
“Una cosa está clara: cuando su padre se quedó sin dinero, [Heath] apareció en Venezuela”, dijo Everett Rutherford.
Los Rutherford estuvieron en Washington la semana pasada para asistir a una cena de premiación organizada por la Fundación James W. Foley, un grupo no gubernamental que trabaja para liberar a los rehenes y a los detenidos ilegalmente que lleva el nombre de un periodista estadounidense secuestrado y asesinado en Siria.
La familia de Heath aprovechó la cena para reunirse con otras familias y durante la semana visitó a funcionarios del Departamento de Estado y al personal del Congreso de la delegación de Tennessee.
“Estamos ansiosos por contar la historia de Matthew a cualquiera que nos escuche”, dijo Rutherford, de 63 años, ahora consultor que ha pasado incontables horas en el caso de su sobrino.
No es una historia fácil de escuchar. Los defensores de los derechos humanos que monitorean las condiciones carcelarias en Venezuela dicen que el lugar donde se encuentra Heath es conocido por sus deplorables condiciones.
“Han recibido órdenes desde dentro del régimen de trasladar a todos los presos políticos fuera de la sede de la DGCIM, pero se han negado a hacerlo con Matthew y otros…. presos que se consideran los oficiales militares más emblemáticos y el personal que se ha rebelado contra el régimen ”, dijo Tamara Suju, una activista de derechos que también forma parte del equipo de defensa de Heath.
Añadió: “La mayoría de los presos no pueden bañarse con regularidad. Se les permite hacerlo una vez a la semana o cuando tienen citas en la corte”.
En un informe sobre la prisión que retiene a Heath, Suju reportó que los detenidos que se encuentran en el sector de las instalaciones llamado irónicamente “La Casa de los Sueños” están siendo envenenados gradualmente con el monóxido de carbono proveniente de las decenas de autos y motocicletas que todos los días entran y salen del estacionamiento, ubicado en el tercer nivel del sótano.
En ocasiones, tienen que tirarse al suelo para tratar de respirar el aire más limpio procedente de un pasillo adyacente que cuenta con aire acondicionado.
“Matthew está siendo sometido a lo que se llama ‘tortura blanca’, que es la que no deja rastros físicos, pero tiene un severo impacto psicológico”, dijo Suju. “Los que están detenidos en la DGCIM son sometidos a este tipo de torturas todos los días”.