Una nota en el portal de Venezolana de Televisión —ya saben, «el canal de todos los venezolanos que no son apátridas»— revela el verdadero motivo por el cual Nicolás Maduro se ausentó de la Cumbre Iberoamericana que se realizó durante el viernes y sábado pasados en República Dominicana. «Todo indica que se trató de un falso positivo», se lee en un tuit de la camarada vicepresidenta de la república bolivariana, Delcy Rodríguez, citado por el medio teñido de rojo.
Los médicos de Maduro le informaron, cuenta la hermana Delcy, de un resultado positivo de PCR. Tenía covid. Y precavido como es, y confiado de sus colaboradores, sean médicos o que despachen barriles de crudo, suspendió su viaje a Santo Domingo, temeroso de contagiar a los representantes de otras 21 naciones allí reunidos. Se sabe lo peligroso que pueden resultar estos contagios. Afortunadamente en la Cumbre estaba el compañero Díaz-Canel inmune a ese virus liberal que padecen Boric, Lacalle Pou, Chaves (el de Costa Rica).
No se sabe si los mismos médicos, u otros de mayor compromiso revolucionario, ordenaron dos nuevas pruebas a Maduro. Dio negativo, con lo cual se confirmó el falso positivo. Está sano y presto para la batalla contra la corrupción. ¡Qué alivio para la nación!
Los falsos positivos, antes de este penoso asunto del covid, se referían en nuestro contexto a los caídos (positivo) en combate (falso) en Colombia por la acción de las Fuerzas Armadas. Eran muertos de muerte verdadera pero se descubrió que eran ejecuciones extrajudiciales. Hasta 2.248 falsos positivos para abultar el éxito militar.
¿No es un símil esto de lo que ocurre en la patria de Bolívar (también de Bello y de Gallegos) con el escándalo de corrupción? Hay detenidos —militares, funcionarios, un alcalde, un diputado— lo que es positivo, como consecuencia de una cruzada antivalores, pero a la vista de los miles de millones birlados durante dos décadas… es falso.
La «batalla», como la llama Diosdado Cabello, ha dejado también como saldo, además del «falso positivo» de Maduro —sin duda debido a un bajón momentáneo de las defensas— a Jorge Rodríguez, el hermano de Delcy, con muletas y a Tareck el Aissami desaparecido. Los célebres tuits de rendición del ministro de petróleo del 20 de marzo pasarán a la historia de las luchas intestinas en el proceso robolucionario.
El sábado, mientras Maduro estaba pendiente de saber si era o no un falso positivo, Cabello condujo una marcha de fieles, con poca disposición al aplauso como reflejan los videos, hasta los escombros de lo que una vez fue la tercera empresa petrolera del mundo. En una imagen sonriente al lado de Rodríguez y Pedro Tellechea (ahora jefe del petróleo y de Pdvsa, o mejor dicho, lo que queda de Pdvsa), Cabello descubrió que el monstruo que los carcome es capitalista. La corrupción es capitalista. Después de un cuarto de siglo, los revolucionarios del PSUV siguen seducidos por el vil metal.
“Vayan a Las Mercedes (sureste de Caracas) para que vean que los pillos escondieron las camionetas en las que andan”, gritaba Cabello, lo que era vox populi (conocido y repetido por todos, dice la RAE) desde que el régimen lanzó su campaña “Venezuela se arregló”. Es una pena que Cabello no se haya enterado antes.
“¡Abajo cadenas! gritaba el señor…”, reza una estrofa del Himno Nacional. Doblemente positivo.
Editorial de El Nacional