Grabadas en las retinas de muchos quedaron las tórridas escenas de sexo entre una jovencísima Penélope Cruz y un fornido Javier Bardem. Corría el año de 1992, y aquel melodrama castizo, impregnado de tauromaquia y aroma de secarral que fue Jamón jamón, se convirtió en icono del cine español de la época. Para el catalán Juan José Bigas Luna, fue también su consagración internacional, pues el Festival de Venecia lo premiaba con el León de Plata al Mejor Director.
Con su muerte, tras sufrir de cáncer, el cine español sufre un duro segundo golpe en la misma semana en la que había perdido a otro cineasta excepcional: Jesús (Jess) Franco. Y es que Bigas Luna fue un hedonista que buscó el erotismo y la sensualidad fotograma a fotograma: Leonor Watling mordiendo una naranja en Son de mar, una goyesca Penélope Cruz en Volavérunt o una Aitana Sánchez-Gijón convertida en el sueño erótico de Olivier Martínez son sólo algunos ejemplos.
Juan José Bigas Luna nació el 10 de marzo de 1946 en la Barcelona que fue escenario de muchas de sus películas. Estudió arquitectura y diseño, sector desde el que comenzó a dar sus primeros pasos en el cine en la década de los 70. Su debut llegó en 1976 con la intrigante Tatuaje, inspirada en una novela de Manuel Vázquez Montalbán, pero su salto internacional fue en 1978 con Bilbao, en la que narra la obsesión de un psicópata por una prostituta. Proyectada en el Festival de Cannes, destaca su sórdido retrato de las calles barcelonesas y su potencia visual.
Siguieron títulos como Caniche, Renacer (filmada en inglés con Dennis Hopper) o la inquietante Angustia, con la médium de Poltergeist, Zelda Rubinstein. Pero su primer gran éxito de taquilla llegó con la adaptación de la novela de Almudena Grandes Las edades de Lulú (1990), de nuevo marcada por un profundo erotismo. Le siguió Jamón jamón, evocada hace pocos años por ser la artífice del primer encuentro entre Cruz y Bardem, una unión que acabaría en matrimonio.
Mucho tiempo después, ya casada y con un Oscar, Penélope Cruz confesó al diario británico The Sun, el «trauma» que le causaron aquellas escenas de sexo sin tapujos que protagonizó junto con Bardem con apenas 18 años. «Durante un tiempo tuve fuertes reticencias a cualquier cosa que fuera sensual o sexual. Me corté el pelo muy corto y durante muchos años no rodé ninguna escena de amor, ni siquiera besos», confesó hace un año. «Ahora me doy cuenta de que Bigas Luna me dio una gran oportunidad y le estoy agradecida».
Con Huevos de oro, premiada en San Sebastián, Bardem volvía a encarnar al prototipo de «macho ibérico», amante de los huevos con chorizo y, por supuesto, las mujeres guapas. En ella, Bigas Luna planteaba ya una mirada crítica a la especulación inmobiliaria que volvería a plasmar en Son de mar (2001), rodada en los años de la burbuja del ladrillo. En ella, con guión de Rafael Azcona, adapta la novela homónima de Manuel Vicent sobre el triángulo amoroso que protagonizan Jordi Mollà, Leonor Walting y Eduard Fernández.
Entre medias figuran títulos como La teta y la luna, una nueva fantasía erótica con libreto premiado en Venecia; su incursión italiana en Bámbola, La camarera del Titanic o Volavérunt, en la que llevó a la gran pantalla los entresijos de la poderosa casa de Alba en los tiempos de Goya (a quien dio vida el cubano Jorge Perugorría). Aitana Sánchez-Gijón encarnaba a la rica duquesa mientras que Penélope Cruz daba vida a la modelo del pintor para su célebre cuadro La maja desnuda.
Su último gran éxito llegaría en 2006 con Yo soy la Juani, en la que con su olfato para descubrir nuevos talentos, como ya hiciera con Bardém, Cruz o Mollà, lanzó la carrera de Verónica Echegui. Con este retrato de una chica del extrarradio (despliegue de joyas de plástico, tops ajustados y sujetadores con relleno) y su sueño por triunfar inició su trilogía sobre las mujeres y el éxito, que continuó, con muchos menos aplausos, con Di Di Hollywood, protagonizada por Elsa Pataky.
«Enorme tristeza, murió Bigas Luna», escribía hoy Leonor Watling en Twitter. «Sus amigos, cuadros, palabras, películas, alumnos y huertos nos quedamos sin su versión de la vida». Apoyado por la actriz, el cineasta se postuló en 2011 para presidir la Academia de Cine, prometiendo darle «un toque sexy». Su candidatura no cuajó, pero con su hedonista búsqueda de lo sensual logró convertir a varias actrices en mitos eróticos de su generación y aderezó con un gusto más que picante el panorama cinematográfico español.
Aunque ya minado por la enfermedad, Bigas Luna se encontraba trabajando en un nuevo proyecto titulado Segon origen, que iba a rodar en 3D y en el que planteaba una reflexión sobre temas como la ecología y la sexualidad. El gran vacío que deja su pérdida lo plasmaba también el cineasta mexicano Guillermo Arriaga con un mensaje en Twitter: «Bigas Luna, donde estés, trata de seguir filmando».//AGM
Fuente: EU