Leonel Estévez es solo un nombre de una larga lista de historias parecidas. Es parte de la nómina de una empresa aduanera. Mientras esperaba en la cola de una estación de servicio en San Diego que llegara la gandola cargada de combustible, llamó a su jefe cerca de las 9 a.m. para decirle que no iría a trabajar. Quizás después de almuerzo se incorporaría a sus labores. El ausentismo laboral fue una de las consecuencias más marcadas de las fallas registradas con el suministro de gasolina. La productividad de las industrias de la región se vio severamente perjudicada.
Nidia Guerra también vio interrumpida su rutina. Dejó de atender a varios de sus clientes más fieles. Perdió la mañana de trabajo. Vio pasar las horas mientras estaba desde las 4:30 a.m. en la gasolinera El Prado. Tuvo que hacerlo porque de eso vive. Pertenece a una línea de taxis en Guacara. En el surtidor de al lado estaba Franklin Ramírez. Llegó a las 5 a.m. y también dejó de prestar el servicio de agua potable que distribuye en su camión. “Estamos en un país quebrado”, dijo mientras se montaba en su vehículo ya pasada la 1 p.m.
El presidente de Fedecámaras Carabobo, Damiano Del Vescovo, señaló que estos testimonios son parte de la distorsión de la dinámica productiva del estado, que se ha creado por la irregularidad presentada desde el sábado 15 con el despacho de combustible.
