Su elaboración es muy sencilla. Lo primero que tenemos que hacer es armarnos de paciencia y limpiar los champiñones; después los trocearemos. Aparte, en una cazuela, sofreiremos una cebolla picada con un par de cucharadas de mantequilla. Cuando la cebolla esté blanda añadiremos los champiñones y dejaremos dorar.
Después añadiremos un chorro de vino blanco y un vaso de leche evaporada. Volveremos a dejar cocer y, pasados unos minutos, trituraremos todo y pondremos a punto de sal. Ya sólo nos falta saltear un par de champiñones en rodajas y freír unos costrones de pan.
Una receta muy versátil ya que podemos servirla caliente o fría dependiendo del tiempo que nos haga. Alegra las horas de las comidas con un toque de color, ¡Feliz semana!
Fuente: MujerHoy