El queso es uno de los placeres gastronómicos más populares, y, además, más culposos. Es que el consumo en exceso de este derivado (como de cualquier cosa, en definitiva) podría ser perjudicial para la salud (y para la figura, lo que, por momentos, parece interesarle más a gran parte de la humanidad). Sin embargo, ¿qué pasaría si comer queso fuera algo beneficioso para nuestro cuerpo, después de todo?
En pos de descubrir los beneficios a largo plazo de este glorioso alimento, investigadores de China y Holanda analizaron datos extraídos desde la observación de más de 200 mil personas durante 10 años, determinando que quienes consumían altos niveles de queso poseían menos riesgo de desarrollar enfermedades coronarias e infartos.
No se trata de la cantidad, sino de la constancia
Los altos niveles de probióticos, ácido linoleico y ácido graso insaturado presentes en el queso, podrían aumentar la cantidad de HDL (lipoproteínas de alta densidad), también conocido como ‘colesterol bueno’, y reducir el ‘colesterol malo’, o LDL ((lipoproteínas de baja densidad). Además, se ha encontrado evidencia de que el queso (como sustituto de la leche, por ejemplo), tiene un efecto protector en el corazón.
Según la investigación, las grandes porciones de queso, obviamente, son dañinas; pero ingerir al menos un poco de queso (al rededor de 40 gramos) de forma diaria y constante «suena razonable».
«Siempre estamos en búsqueda de nuevas maneras de disminuir las afecciones cardíacas y reducir la arteriosclerosis, por lo que resulta prometedor que algo que, efectivamente, sabe tan bien, además pueda ofrecer cierta protección».
Así que ya sabes; si bien la investigación no justifica que devores una pizza doble queso todos los días, sí alienta que todos los amantes del queso nos sintamos más seguros y satisfechos, siempre y cuando controlemos nuestra adicción, digo, pasión… por muy difícil que esto sea.
Fuente: vix