Las iglesias están ajustando sus horarios de misas para no excederse luego de las 6:30 p.m, porque la delincuencia no respeta la casa de Dios. Los feligreses son propensos a ser robados dentro de los templos.
Hasta los momentos en la ciudad la delincuencia no ha ingresado a atracar en plena misa, como sucedió en Caracas y Maracaibo; pero sí han entrado en salones adjuntos a las parroquias donde los malandros han hecho mercado como si se tratara de cualquier lugar común y corriente.
Tal como sucedió hace dos días en la Iglesia Santa Gema ubicada en la calle 39 con carrera 29. Dos sujetos entraron a robar a un grupo de vecinos que estaban reunidos. Este hecho y varios robos a parroquias en horas nocturnas, ha generado que las parroquias de la Arquidiócesis de Barquisimeto bajen sus horarios de forma voluntaria para que las misas culminen a más tardar a las 6:30 de la noche.
El Monseñor Antonio López Castillo, expuso que el tema de la inseguridad es general y que es el Estado a quien le corresponde aplicar medidas para corregir tanto la violencia como la delincuencia, que es producto de la falta de empleo, carencia de valores y calidad de vida.
El Arzobispo de Barquisimeto también invitó a escuchar expertos en el área y no encerrarse en políticas de seguridad “comunista socialistas” que han fracasado.
Al problema de la inseguridad se suma la gran cantidad de personas en condición de indigencia o calle, que también mantienen en zozobra los feligreses. Como es el caso de la Parroquia San José, ubicada en el centro de la ciudad, donde han colocado cámaras de seguridad para captar hasta los robos que hacen a las casillas almacenadora de monedas, que deposita la gente cada vez que enciende una vela. Se presumen que los actores del hecho sean los mismos indigentes.
Es así, como ayer grupos de feligreses y autoridades de parroquias mostraron su preocupación porque la delincuencia ya no respeta ni los lugares sagrados.
De hecho, en plena misa dominical en la Catedral, la Iglesia Católica inició una campaña para que los medios de comunicación y actores políticos guíen sus discursos y mensajes en educar al pueblo. Apartando la violencia y orientando a las familias a seguir el camino del bien.
María L. De Sousa | La Prensa
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