Besar es una de las principales formas de mostrar afecto desde hace más de 2.500 años en la mayoría de culturas que conviven en nuestro planeta. Pero, ¿sabemos realmente qué ocurre en nuestro cuerpo cuando nos besamos con alguien?
Para empezar, existen multitud de teorías que tratan de explicar por qué besamos. Según Sheril Kirshenbaum, autora de La ciencia del beso, recibir besos de nuestros padres cuando somos pequeños hace que lo asociemos con emociones muy positivas, tales como el amor, el cariño o la confianza, a través de las vías neuronales, lo que hace que al crecer expresemos estos sentimientos con la boca, tal y como recoge BBC.
Si nos remontamos a las primeras escrituras sobre los besos, de hace entre 2.500 y 3.000 años, encontramos en los textos védicos de la antigua India una explicación: la zona de debajo de los ojos contiene glándulas sebáceas que segregan un olor diferente en cada persona.
Los antiguos indios del norte del país se olían los unos a los otros, y al pasar el rostro de un lado hacia el otro, Kirshenbaum piensa que la práctica podría haber acabado con un beso.
También los romanos se besaban, realizando prácticas como el «savium», lo que hoy conoceríamos como un beso con lengua.
El antropólogo Vaughn Bryant explica que las personas percibimos tres sensaciones principales al besarnos: el tacto, debido a la extrema sensibilidad de nuestros labios, donde tenemos miles de terminaciones nerviosas solo equiparables a algunas zonas de los genitales, el gusto y el olfato.
En cuanto a las reacciones físicas y químicas que un beso provoca en nuestro cuerpo, hay muchísimas investigaciones que han revelado, por ejemplo, que lo hacemos porque nos ayuda a comprobar si nuestra pareja es la adecuada para nosotros, algo que explicaría por qué después de un primer mal beso no hay un segundo, según la Universidad de Oxford.
Además, los besos generan adicción, ya que hace que nuestro cerebro libere dopamina, la sustancia responsable del placer, serotonina, que favorece la excitación, epinefrina, que aumenta nuestra frecuencia cardíaca, y oxitocina, que genera el sentimiento de apego, tal y como recoge El Mundo.
En este sentido, también nos ayudan a reducir el estrés y a relajarnos, ya que consiguen disminuir los niveles de cortisol, más conocida como la hormona del estrés. Por otro lado, besar provoca un aumento de la libido debido al intercambio de salivas.
En cuanto al impulso habitual de muchas personas de cerrar los ojos al besar a alguien, tiene que ver con la dilatación de las pupilas que se produce como respuestas del sistema nervioso a la excitación.
De igual forma, nuestras respiraciones se aceleran, lo que hace que nuestros pulmones tengan que trabajar más y emplear una potencia hasta tres veces superior a la normal.
Por otro lado, al besar segregamos más saliva de la habitual para estimular su buen desarrollo. Esto hace que nuestra boca se limpie y a eliminar partículas de comida acumuladas después de la ingesta, lo que puede evitar la aparición de caries. Asimismo, según la Organización de Investigación Científica Aplicada (TNO) de Holanda, se intercambian aproximadamente 80 millones de bacterias cuando nos besamos con lengua, lo que beneficia al sistema inmunitario al generar más anticuerpos.
Fuente: Globovision
Por: Maria Laura Espinoza
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