Migrantes de distintas nacionalidades hacen fila para ingresar a Estados Unidos vía la garita de Chaparral, Tijuana, en el estado mexicano de Baja California. La pandemia de COVID generó una nueva oleada migratoria en Latinoamérica. Keystone / Joebeth Terriquez
Cinco años después de que la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) consiguiera romper la racha de ser dirigida siempre por un solo país -tras de la llegada del portugués António Vitorino-, este mes asumió el cargo una funcionaria que nuevamente es de origen estadounidense. ¿Cómo dirigirá Amy Pope esta agencia de la ONU en una coyuntura en la que la migración ocupa un lugar destacado en las agendas políticas de muchos países donantes?
Una radiante Amy Pope, acompañada de su equipo, hizo su arribo a la sala de prensa de las Naciones Unidas para iniciar su primera misión como nueva directora General de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). “El principal objetivo de la OIM es aprovechar al máximo los beneficios y las promesas de la migración”, dijo.
Pope, quien es la primera mujer que dirige la OIM, consideró que es una “labor ardua” comprometerse con las comunidades y los gobiernos en “hallar nuevas oportunidades para las personas, en vez de tratarlas solamente como un problema por resolver”. Y considerando los flujos migratorios récord que hay actualmente, afirmó que es vital que el sector privado reconozca los beneficios de la migración y la convierta en parte de las soluciones.
Como exasesora migratoria del presidente Joe Biden y exdirectora General Adjunta de Gestión y Reformas de la OIM, Pope obtuvo la Dirección General luego de una agresiva campaña electoral en la que se enfrentó a su predecesor, el expolítico y abogado portugués António Vitorino. «La competencia […] no sólo es saludable, también es algo que necesitamos más al interior del sistema de la ONU para asegurar que la organización evolucione y refleje los puntos de vista de los Estados constituyentes y miembros”, expresó a la prensa.
La sustitución de Vitorino por Pope devuelve a Estados Unidos el liderazgo histórico que había tenido en la OIM, que solo fue interrumpido en 2018, cuando el candidato promovido por el expresidente estadounidense Donald Trump fue rechazado por los Estados miembros.
Política, dinero y necesidades apremiantes
En la víspera de las elecciones presidenciales estadounidenses del 2024, Donald Trump, cuya política migratoria fue duramente condenada por los grupos de defensa de los derechos humanos, ensombrece nuevamente el futuro de la OIM, ya que las encuestas reflejan que el republicano adquiere cada vez más fuerza entre el electorado estadounidense.
Y en otros países -desarrollados y de tránsito migratorio- los gobiernos también están impulsando políticas para frenar la migración, como las deportaciones, la tramitación de solicitudes de asilo en terceros países o la negación de asistencia oportuna a embarcaciones peligrosas y hacinadas en altamar.
El aumento de la migraciónEnlace externo y los desplazamientos a nivel mundial, procesos en los que la OIM apoya a los migrantes en tránsito, ha puesto una gran presión sobre el presupuesto de la organización. Las aportaciones asignadas por Estados Unidos, el mayor contribuyente individual de la agencia, pasaron de 2.000 millones de dólares (1.800 millones de francos suizos) a 3.000 millones de dólares durante los últimos cuatro años. Y la financiación a la OIM es de carácter voluntario, casi siempre destinada a programas específicos.
Contenido externo
El mandato de cinco años de Pope inicia en un momento de un gran repunte en las migraciones irregulares impulsado por conflictos, efectos del cambio climático, violencia de bandas y de género, y un crecimiento de la pobreza provocado por la pandemia de COVID, al que se suma el impacto de la inflación mundial.
Una de las regiones que más ha visto crecer la migración irregular es América Latina, con un número histórico de personas procedentes de Venezuela, Cuba o Haití, entre otros países de la región, y también de lugares lejanos como África y Afganistán, que han emprendido peligrosas travesías en el Darién, que es la región selvática que divide a Colombia de Panamá rumbo al norte. En años recientes, muchos de los migrantes que se dirigen a Estados Unidos han tenido que enfrentar deportaciones, procesos de detención y la separación de niños pequeños de sus familias.
Cuestionada por SWI swissinfo.ch sobre la forma en la que trabajará con Estados Unidos en el tema de los migrantes de la frontera sur que este país comparte con México, Pope aseguró que la OIM debe trabajar con los Estados miembros “en la construcción de más vías regulares en materia laboral, humanitaria o de reunificación familiar”.
Pope destacó que la mayoría de los migrantes llegan atraídos por la posibilidad de tener una oportunidad laboral, y la OIM podría ayudarles a contactar con los empleadores, incluso cuando se trata de trabajadores de escasa cualificación.
«Además, debemos identificar ante todo qué es lo que está alimentando la migración y seguir ofreciendo asistencia dirigida para poder estabilizar comunidades que, de otra manera, seguirían en movimiento. Debe realizarse una combinación (de acciones)”, añadió, empleando conceptos y términos que ha usado antes la actual administración estadounidense.
Pope, quien también trabajó en temas migratorios durante la presidencia de Barack Obama, dijo a SWI que tiene previsto visitar pronto países latinoamericanos para dialogar sobre la forma en la que deben abordarse las necesidades humanitarias que han surgido en estas rutas migratorias. «Estamos acordando las fechas», dijo.