El curare, que se extrae de diversas plantas, lo usaban los indígenas del Amazonas para impregnar sus dardos y paralizar a sus presas y enemigos. El beleño blanco, por su parte, más conocido como flor de la muerte, es diez veces más letal que la mordedura de una cobra. Y la reina de las intrigas policiacas, Agatha Christie, incluyó la estricnina, un veneno obtenido de la semilla del árbol Strychnos nuxvomica, en su primera novela, El misterioso caso de Styles.
Con todo, la ponzoña natural más poderosa es la ricina. Este alcaloide, que se obtiene de las semillas del ricino, Ricinus communis, impide a las células sintetizar proteínas. En semejante situación, estas optan por suicidarse mediante un proceso conocido como apoptosis. Un solo miligramo de ricina tiene un efecto letal. Y no hay antídoto.
Fuente: MuyInteresante