Allá por el año 1905, el físico Albert Einstein tuvo su llamado “año milagroso”, en el cual escribió cinco influyentes investigaciones científicas. Entre las cuales se incluyen la ecuación más famosa de la historia de la ciencia (E=mc2). Solamente tenía 26 años.
La astrofísica Sabrina Stierwalt cuenta que: “Mi supervisor de doctorado, un hombre brillante e inspirador, solía decirme en broma que la plenitud de su carrera había pasado y que estaba en mí lograr el descubrimiento que le diera el premio Nobel a nuestro equipo”.
Dicha comparación que hacía el docente entre el “año milagroso” de Einstein y su joven estudiante no solamente servía a modo de motivación. Ya que también caía dentro de un patrón que es socialmente aceptado, donde las habilidades cognitivas alcanzan su punto máximo a los 18 años para luego empezar su inexorable caída.
Dicha idea se encuentra reforzada con el hecho de que, a medida que pasan los años, el cerebro se va deteriorando, al igual que las habilidades de crear, razonar y memorizar información.
¿Eso quiere decir que los jóvenes adultos están en el punto máximo de inteligencia? ¿Que sucede con la experiencia acumulada con los años?
Joshua Hartshorne, autor principal del mayor estudio sobre capacidad cognitiva en relación a la edad, dijo al portal MIT News que: “En cualquier edad estás mejorando en algunas cosas, estás empeorando en otras cosas y estás en una meseta en otras más”.
Más de 48 mil 500 personas fueron evaluadas por el trabajo de Hartshorne mediante una serie de pruebas online y luego cruzó la información con experimentos realizados en persona en grupos pequeños.
El estudio afirmá que: “algunas habilidades alcanzan su punto máximo y comienzan a decaer tras la secundaria; algunas habilidades se estancaron en la adultez temprana, comenzando a disminuir en los años 30; otros no alcanzan su punto máximo hasta los 40 o más tarde”.
Es más, esta investigación conjunta de la Universidad de Harvard y MIT descubrió que algunas llegan a su esplendor en la tercera edad. A diferencia de lo que indicaban los estudios previos, en pruebas de vocabulario los que mejor desempeño fueron los que se encontraban entre los 65 y 75 años.
Normalmente las pruebas de coeciente intelectual suelen medir el primer tipo de inteligencia y por eso a lo largo de la historia, los distintos estudios demostraron que los jóvenes obtienen mejores resultados que los adultos. Pero, según arma el psicólogo Phillip L. Ackerman en un estudio del 2016: “muchas tareas intelectualmente exigentes del mundo real no pueden realizarse sin un vasto repertorio de conocimientos declarativos y habilidades procedimentales”.
En otras palabras, asegura que nadie le pediría al novato con el coeficiente intelectual más alto que realice una operación cardiovascular por delante de un experto de mediana edad. Y tampoco se esperaría que un estudiante universitario de primer año logre una tesis doctoral con el nivel que lo haría otro con una trayectoria académica y experiencia empírica mucho mayor.
A lo que Ackerman insiste en que no hay que confundir conocimiento con inteligencia.
Fuente:salud360