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El dato: Esposas, en cuatro y saludables

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El dato: Esposas, en cuatro y saludables

No todo lo que vemos en el porno tiene que ser de pinga para nosotros. No todo lo que leemos en los libros eróticos ciertamente nos va a excitar. Aunque la tesis del sexo es simple y conocida por todos (Pene en vagina, adentro, afuera y de nuevo adentro), la posibilidades para llegar al orgasmo son infinitas y no todas aplican para todos. En la diversidad está el placer, el conocimiento y el alcance del mismo. Tenemos que aprender a moldear las variaciones a nuestro placer y hoy hablaremos de eso.

 

JUGUETE SEXUAL: ESPÓSAME Y GRRR!

 

No es secreto de estado el uso de las esposas durante el sexo. El asuntico con las esposas es que requiere de algo que muy pocos piensan antes de usarlas: confianza en tu pareja. No pensando que él te dejará amarrada a la cama mientras se va a ver el juego de la Vinotinto, sino teniendo en cuenta de que estarás despojada de tus acciones para restringir cualquier acto que el quiera llevar a cabo con tu cuerpo. Para esto, es indispensable gozar de una comunicación en pareja casi ejemplar. Sé muy bien que esto no suena para nada erótico y no era lo que se esperaban porque en “50 Shades of Grey” Christian pasa más tiempo amarrando a Ana que hablándole, pero la cosa es bien seria y sería muy chimbo estar amarrada a la cama, con tu chico extremadamente excitado y que tú arrugues porque te dio vergüenza o miedo. ¡Pilas!

 

Llevando el asunto hacia un lado más delicioso, las esposas poseen la capacidad de brindarte poder instantáneo. El hecho de tener a tu chico esposado a la cabecera de tu cama, imposibilitado creará en ti un aura de ferocidad y supremacía que, puedo asegurarte, él disfrutará como si no hay mañana. Cuando el caso es al revés, siendo tú la que está a la merced de él, tu cuerpo experimentará algo que yo llamo “frustración placentera”: mientras él acaricia tu cuerpo, te besa o te da sexo oral la reacción natural e involuntaria de tu cuerpo es de tocarlo a él también, proyectando y drenando tu placer con toques o agarres en su piel. Esta pequeña suerte de frustración de no poder tocarlo por estar esposada, hará que te concentres en sus caricias porque no tienes más opción y tu única salida es drenar a través de un orgasmo que promete estar intensificado al máximo.

 

Pendientes con las esposas que utilicen. Para comenzar, les recomiendo las peluchadas, no solo porque son super lindas sino porque evitan que sus muñecas queden marcadas por las veces que intentaran involuntariamente desprenderse de la restricción.

 

Por ahí anda un paquete que deseo con pasión y locura de juguetes sexuales basados en “50 Shades of Grey”. En este kit, hay unas esposas de metal que Christian usa en el libro pero que yo, personalmente, no usaría. Los movimientos bruscos del sexo esposada me hacer serle fiel a mis esposas peluchadas que me aseguran cero marcas en la piel de mis muñecas. Si ustedes pueden quedarse más quietos que yo, pueden picarle el ojo a las de metal.

 

POSICIÓN SEXUAL: EN CUATRO, EN CUATRO, EN CUATRO 

Mejor conocida como “Doggy Style” o “Perrito”, es una de las posiciones favoritas de los hombres. ¿Por qué? Porque tienen a la mujer a su merced, con completo control de sus caderas infringiendo la fuerza que deseen en cada empuje. A las mujeres también nos encanta, no digan que no. El Doggy Style permite al pene tener mejor y más fácil acceso a nuestra vagina y la penetración es mucho más satisfactoria.

 

En mi opinión, aunque la gente asume que el trabajo de esta posición recae toda en el hombre creo que es necesario aclarar que la cosa no es así. El hombre puede estar en sus rodillas, penetrándonos desde atrás y podríamos ser nosotras quienes empujamos nuestra pelvis contra la de él mientras usamos la fuerza de nuestros brazos. Mujeres: ¡no sean flojas! Mientras nostras hacemos el trabajo, los hombres pueden premiarnos con caricias en nuestros senos (¡que adoramos!) y una buena estimulación de nuestro clítoris para garantizar un orgasmo de primera.

 

¿Se quieren poner creativos? Tomen las esposas y amárrenos a la cabecera de la cama viendo hacia el colchón. Asegúrense de que nuestras manos tengan acceso a la cabecera para poder sostenernos de ella y que no toda la restricción quede en las esposas, eso asegurará que no le hagamos daño a nuestras muñecas con los movimientos bruscos. Tu pareja en cuatro y a tu merced: hay pocas cosas más eróticas que eso.

 

CONSEJO SEXUAL: SEXO SIN INFECCIONES

 

Pensando en que han tomado los dos consejos anteriores y los han mezclado para experimentar algo nuevo y buscar placer, tengamos en cuenta que el “Doggy Style” se presta tanto para el sexo vaginal como anal. En la descarga de pasiones del momento, con tu chica amarrada a la cama dejando que le hagas lo que tu cuerpo pida con ella, es posible que quieras darle hasta con el tostyarepas tanto por la vagina como por atrás al mismo tiempo. Mi consejo: ¡no!

 

Por más satisfactorio que esto se vea en el porno, la realidad es que estamos hablando de mezclar sitios de penetración y las bacterias de los mismo. Penetrarla vaginalmente luego de haberle hecho anal significa un riesgo alto de infecciones. Usar diferentes condones para las penetraciones suena como lo más lógico y responsable del asunto. Sé que esto es muy “corta nota”, “tumba pene”, “mata líbido” pero hay que pensar con la cabeza que tenemos sobre los hombros y no la de abajo. Podría ponerle imágenes de Google aquí para mostrarle el riesgo de las infecciones pero creo que todos sabemos lo exagerado que puede ser Google Imágenes cuando buscar resultados de enfermedades se trata.

 

SIN TABÚ

 

Aunque para los hombres las esposas o el “Doggy Style” solo sea una manera de avivar la pasión, para las mujeres someternos a esa clase de sumisión suele ser algo serio. Insistiré una vez más sobre la importancia de la comunicación en pareja antes de ponerse creativos de ir a comprar esposas y amarrarse a la cama. La cosa puede ser salir muy mal si hay dudas entre ambos.

 

Las posibilidades sexuales, las posibilidades del placer es algo que me interesa mucho. El morbo de la sumisión es, indiscutiblemente, un asunto no solo físico sino mental, una entrega total y desinteresada que solo siendo compartida con la persona correcta es recompensada con placer mutuo. Dejarse someter es, algunas veces, respirar el aire de Dios. /JM

 

Fuente: PU

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