Dicen que los padres son capaz de cualquier cosas por sus hijos. Parece ser que es cierto. El caso de Logan Hampson, su hermana y sus padres son un buen ejemplo.
A los 18 meses, Logan Hompason fue diagnosticado con insuficiencia hepática sin ninguna causa aparente, por lo cual se trasladó a la familia de su hospital local en Hamilton. La enfermedad de Logan desapareció como por arte de magia para volver a aparecer un años después.
La raíz de la enfermedad no dejaba de ser un misterio, pero la realidad era que el pequeño Logan necesitaría urgente de un trasplante de hígado. La madre, sin pensarlo dos veces se ofreció como voluntaria y al ser compatible, le donó su órgano. El trasplante fue un éxito y aunque no se supo el por qué de la enfermedad, se logró recuperar.
Dos años después nació su hermana Alyson Hampson. A los cuatro meses… ¡la pequeña también sufrió de la misma enfermedad misteriosa! En Alyson la enfermedad empeoraba rápidamente al punto en el cual se consideró urgentemente… otro trasplante de hígado.
Solo se puede donar el hígado una vez, así que fue esta vez fue Jason Hampson quien sin pensar en su propia vida se sometió a los estudios para asegurarse de que estaba sano y que era compatible con la niña.
Pero la desgracia no terminaba. Dos días antes de la cirugía Jason se contagió con el virus Norwalk, y los médicos lo pusieron en cuarentena para esperar a que se recuperase.
El tiempo corría en contra de Alyson. El padre se esforzó por curarse, rogando llegar a tiempo… y lo logró. El trasplante fue exitoso también para la hija menor de los Hampson. Los médicos dijeron que nunca habían asistido a una familia entera, y que finalmente no supieron qué detonaba la insuficiencia hepática de los niños.
Hoy, los cuatro integrantes del clan muestran la misma cicatriz de la operación orgullosos, mientras viven sus vidas con tranquilidad y están seguros, de que la familia es lo más importante.
Fuente: El Intransigente