“¿Por qué la canciller de España viene a meterse en los asuntos de Venezuela?”, pregunta el jefe del régimen con todo desparpajo, sin ocultar su molestia. Y es que Europa se ha convertido en la piedra en el zapato por el concierto de acciones internacionales que buscan presionar un cambio en el país.
La canciller de España, Arancha González Laya, visitó el sábado la ciudad fronteriza de Cúcuta con su homóloga Claudia Blum para constatar las condiciones en las que están cientos de venezolanos que cruzan hacia el país vecino para huir de la crisis que el régimen ha causado.
Ambos países han mostrado mucho interés y han sido extremadamente solidarios con todos los inmigrantes venezolanos. Eso hay que agradecérselos, pero además es explicable. Colombia es un país hermano, más que vecino, hay muchas cosas en común y nunca podrá ser indiferente ante el dolor de los de aquí. Por otra parte, en Venezuela viven cientos de españoles que han levantado a sus familias y han adoptado esta tierra como suya.
Así que la pregunta del jefe del régimen sobra y fue respondida perfectamente por la jefa de la diplomacia española. Su país ha colaborado monetariamente para tratar de hacer la existencia más llevadera a aquellos que han salido huyendo de la peste rojita y es natural que quiera ver en qué condiciones están los refugios.
Pero tampoco se puede olvidar que la migración venezolana se ha convertido en un problema inmenso para la región y también para otros países como España, que cada día más reciben peticiones de asilo. Y el origen de este problema es el régimen que preside este señor que con voz amenazante dice que va a revisar toda su relación con la nación europea.
Lo que sucede es que no soporta que la Unión Europea tome medidas contundentes en contra de él y sus colaboradores, los que inventaron unas elecciones para terminar de destruir la institucionalidad del país.
La propia canciller de España respondió a estas declaraciones pidiendo respeto, el mismo que ella y su gobierno han ofrecido. Lo que sugieren, lo que piden es que el régimen verdaderamente se disponga a negociar una salida política a la crisis. Esa sería la solución definitiva para todos los problemas. Comenzar a recuperar a Venezuela y con ello que los que tuvieron que abandonar el país y pedir refugio puedan volver.
El canciller rojito dice que fue una puesta en escena. Estará juzgando por su condición, pues el régimen siempre se ha hecho la vista gorda con la inmigración, hasta les ha llamado traidores a la patria y los ha acusado de traer el covid-19 al país.
Por lo menos las cancilleres de España y Colombia tratan de que los venezolanos puedan encontrar un mejor futuro aunque sea lejos de casa.
Editorial de El Nacional
