¿Quieres hacer algo que, en tan sólo un minuto, combatirá tu estrés, te mantendrá alerta e impactará tu sistema inmunológico?
Requiere valentía pero, si estás decidido, párate al borde de un lago, río o el mar cuando esté haciendo frío.
Si no tienes la suerte de estar cerca de ninguno de los anteriores, una piscina, tu ducha o hasta una manguera sirven.
Respira profundo, haz acopio de tu fuerza de voluntad y… ¡entrégate!
Deja que tu cuerpo sienta, de golpe, el agua fría.
¿Por qué sufrir tanto si el agua caliente es tan reconfortante?
Pues la natación en agua fría cada vez gana popularidad con las afirmaciones de que puede transformar su cuerpo y mente.
Por ello, los científicos han estado investigando la fisiología de la inmersión en agua fría y parece que puede tener una sorprendente variedad de beneficios.
Es un campo de investigación emocionante con potencial para ofrecer nuevos tratamientos para una variedad de afecciones, desde la presión arterial alta y la diabetes tipo 2 hasta la depresión y la inflamación crónica.
¿Te llama la atención?
De ser así, ¡patos al agua! Sumerjámonos en la ciencia del agua fría para descubrir por qué se cree que podría mejorar tu estado de ánimo y beneficiar a tu cerebro, sistema inmunológico y corazón.
El agua fría estresa el cuerpo
A lo largo de la evolución, tu cuerpo ha desarrollado una respuesta al estrés que se activa automáticamente cuando está bajo amenaza para mantener su cuerpo con vida.
Es un diseño realmente prolijo y eficiente: todo se pone en marcha al mismo tiempo, y afecta el cuerpo completo, desde el cerebro hasta los dedos de los pies.
Y resulta que tu cuerpo considera el agua fría como una gran amenaza, así que activa la respuesta primaria al estrés.
Eso hace que hiperventiles, que tu ritmo cardíaco se dispare y te llenes de adrenalina.
Tus vasos sanguíneos comienzan a hacer todo tipo de trucos para cambiar de forma, desde disminuir de tamaño rápida y drásticamente en cuestión de segundos en algunas partes de su cuerpo, hasta duplicar su tamaño en otras.
Es toda una orquesta de respuestas que preparan a tu cuerpo para sobrevivir.
¡Pero un momento!
Nos han enseñado que el estrés es algo malo, entonces, ¿por qué querrías que tu cuerpo entrara en ese estado de supervivencia, cuando podría estar disfrutando de los agradables efectos relajantes de una taza de té y una mañana tranquila?
Pues si bien el estrés crónico ciertamente no es bueno, se está acumulando evidencia que indica que una ráfaga corta de estrés, la dosis correcta, puede ser beneficiosa.
Solo un poquito
En los últimos años, una gran cantidad de investigaciones ha demostrado que un período corto de estrés puede ser algo bueno.
Esto es válido para una amplia gama de situaciones que los científicos han analizado, desde hablar en público hasta tratar de hacer aritmética mental bajo presión.
Como el agua fría es una de las formas más efectivas de crear estrés a corto plazo en todo el cuerpo, es esa respuesta la que, según la investigación, desencadena los beneficios.
En este momento, los científicos están analizando cómo el agua fría puede afectar todo, desde la respuesta inmunitaria y las hormonas del estrés, hasta los depósitos de grasa que obstruyen las arterias.
Es un área de investigación relativamente nueva, pero hasta ahora los resultados han sido prometedores.
¿Cuánto tiempo hay que aguantar?
Existe una creciente evidencia de que los nadadores de invierno son más resistentes a ciertas enfermedades e infecciones, como las del tracto respiratorio superior; hay indicaciones de que las experimentan con menos frecuencia y de manera más leve.
Y los científicos piensan que podría ser el agua fría, no la natación, lo que da el beneficio.
Un estudio aleatorio controlado que se llevó a cabo en los Países Bajos durante lo meses de invierno mostró que los voluntarios a los que se les pidió que tomaran duchas frías de 30 segundos todas las mañanas durante 60 días se enfermaron un 30% menos de días que el grupo de control, que disfrutó bañándose sin congelarse.
En la Universidad de Portsmouth, Inglaterra, Mike Tipton, profesor de Fisiología Humana y Aplicada en el Laboratorio de Ambientes Extremos de la Facultad de Ciencias del Deporte, la Salud y el Ejercicio, ha estado investigando exactamente qué le sucede al cuerpo al sumergirse en agua fría y por qué podría tener un impacto positivo en su cuerpo y cerebro, con efectos duraderos.
«El trabajo que hemos realizado indica que las personas que se bañan con agua fría tienen una función inmunológica mejorada, y esa mejora no se limita a quienes nadan al aire libre.
«Además, las medidas de los marcadores de la función inmunológica parecen señalar que el beneficio surge de una inmersión más corta en lugar de una larga».
Buenas noticias para los que no disfrutan de la experiencia.
«Todo apunta a que los efectos beneficiosos pueden ser el resultado del enfriamiento de la piel, pero si permaneces el tiempo suficiente para que los tejidos más profundos se enfríen, podría tender hacia la hipotermia, que es perjudicial», advierte el experto.
Aclaremos: si eres de los que sufren cada segundo que permaneces en el agua fría, cuando Tipton habla de un corto lapso se refiere a 120 de esos segundos.
«Por supuesto, varía dependiendo de la persona pero el consejo general que damos cuando intentamos proteger a la gente del agua fría es permanecer quieto de un minuto a 90 segundos hasta que logren controlar su respiración».
Para levantar el ánimo
Después de las inmersiones en agua fría, ha habido informes de aumento de los niveles de dopamina, serotonina y b-endorfina, en consonancia con el «subidón posnatación» que reportan muchos entusiastas del agua fría.
También se han realizado estudios de casos en los que se ha demostrado que la natación en agua fría ayuda a reducir el uso de antidepresivos.
Y un área de investigación particularmente interesante es observar cómo la habituación al frío disminuye las respuestas inflamatorias con el tiempo.
Eso es clave pues «la inflamación es algo que se cree que sustenta muchas de nuestras afecciones modernas, como la depresión, el alzhéimer, diabetes tipo 2, etc., etc.».
¿Cuánto duran los efectos?
En términos de investigación en este campo, aún hay camino por recorrer, sin embargo parece que el tratamiento con agua fría podría ser sorprendentemente poderoso y duradero.
Un estudio encontró que solo seis inmersiones en agua fría producían un efecto fisiológico que aún podía verse más de un año después.
«La ciencia detrás de esto está en su infancia.
«No obstante, es una perspectiva muy emocionante, ya que durante años hemos estudiado los efectos perjudiciales del frío; pero en el otro lado de esta espada de doble filo están los posibles beneficios».
Eso sí, advierte Tipton, tienes que asegurarte de minimizar los primeros y maximizar los segundos.
«Ten en cuenta que somos animales tropicales que queremos vivir en temperaturas de 28º, así que el que te caiga encima agua que a duras penas alcanza los 9 o 10º, es particularmente estresante».
Si lo quieres intentar, hay que ir paso a paso… o más bien, gota a gota.
«Es un poco como si decidieras empezar a trotar: no te lanzas inmediatamente a recorrer kilómetros. Primero haces calentamientos y vas poco a poco, de una manera controlada e incremental».
Efectivamente, nadie te recomendaría que te sumergieras en un río helado, a menos que te hayas adaptado adecuadamente, pero una ráfaga rápida de agua fría por unos 30 o 40 segundos al final de baño matutino es manejable.
Fuente: El Nacional
Por: Maria Laura Espinoza
Twitter: @i_am_LauEz14