El pasado 4 de julio del año 2018, la Oficina de Prensa del Vaticano marcó un hito, tras la publicación de la instrucción Ecclesiae Sponsae Imago, elaborada por la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, donde se considera que las mujeres que hayan mantenido relaciones sexuales podrían ser consagradas como vírgenes.
Haber vivido ejemplarmente la virtud de la castidad, aunque es de gran importancia en orden al discernimiento, no constituye requisito determinante en ausencia del cual sea imposible admitir a la consagración»
Ecclesiae Sponsae Imago.
Ahora, ¿por qué el Vaticano afirma esta nueva disposición? Según lo reseñado por ACI Prensa, el cardenal João Braz de Aviz, prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada, la razón parece ser sencilla: “Ecclesiae Sponsae Imago quiere ayudar a descubrir la belleza del Señor, que transforma la vida de tantas mujeres que cada día la experimentan”.
Reacción de la Asociación Estadounidense de Vírgenes Consagradas
Una de las reacciones más resaltantes es protagonizada por la Asociación Estadounidense de Vírgenes Consagradas. Este grupo emitió un comunicado donde se consideran decepcionadas por lo estipulado dentro del Ecclesiae Sponsae Imago.
Esta asociación agrupa a solteras que sin ser religiosas o estar en un convento deciden entregar su vida a Dios y a la Iglesia católica. Tienen profesiones y llevan una vida moderna normal pero escogen la castidad perpetua.
Las candidatas deben cumplir con un proceso formativo en teología supervisado por un director espiritual mediante retiros y encuentros de oración y dentro del cual se comprometen a:
Llevar una vida casta, renunciando a la vida matrimonial.
Transmitir el evangelio en todos los ámbitos de su vida.
Ser contemplativas.
Al cumplir este proceso, la consagración definitiva se logra a través de un rito especial que figura como uno de los más antiguos de la Iglesia Católica denominado “Rito Solemne de Consagración de Vírgenes para Mujeres que Viven en el Mundo”, impulsado en 1970 por el papa Pablo VI.
Este rito especial es un Desposorio Místico. El Arzobispo entrega a las candidatas las insignias de la virginidad consagrada, a través del anillo nupcial y un velo blanco que simboliza la unión con Cristo.
Indudablemente este tema generará un amplio debate y cada quien podrá formular su criterio al respecto.
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