Arqueólogos mexicanos encontraron en el centro del país un colmillo de mamut de casi tres metros usado como ofrenda en una construcción prehispánica con antigüedad de entre tres mil y dos mil 400 años, informaron hoy fuentes oficiales.
El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) precisó en un comunicado que el colmillo, cuya antigüedad aproximada es de 12 mil años, fue utilizado como ofrenda en la base de una construcción en el Cerro de los Magueyes, en el municipio de Metepec del Estado de México.
Precisó que los especialistas del INAH hallaron los restos del animal extinto durante las labores de salvamento arqueológico en un socavón ubicado en ese sitio.
Este colmillo estaba colocado en un estrato de tepetate (suelo arcilloso y no fértil) cubierto con fragmentos de cerámica, restos de ceniza, carbón y semillas carbonizadas, por lo que los expertos dedujeron que fue una ofrenda previa a la construcción de grupos con influencia olmeca en el período Preclásico medio (1000 -400 a.C.).
«Encima de esta ofrenda, los pobladores desplantaron sus pisos y muros para edificar», indicó la arqueóloga Carmen Carbajal, responsable del rescate.
Añadió que en el Valle de Toluca «se han hallado restos de mamut, incluso en el municipio de Metepec, pero no se habían descubierto en una ofrenda como ésta, es la primera en su tipo en la región».
Según la experta, este hallazgo es «relevante» porque los restos fueron extraídos en la parte baja del valle para depositarlos como ofrenda, «pues se sabe que el hábitat de los mamuts no correspondía a las partes altas».
«Con casi tres metros de largo, la pieza ósea fue llevada al cerro desde la zona lacustre. La apropiación de este elemento debió de haber sido pensada por ritualidad, puesto que le otorgaron un valor simbólico de la naturaleza y lo utilizaron en la ofrenda», afirmó Carbajal.
En este sitio también se han encontrado vestigios de muros que también corresponden a período Preclásico medio, los cuales muestran que desde esa época ya se realizaban construcciones de piedra.
Asimismo, en la zona se encontraron dos entierros secundarios con retos óseos humanos, incluidos «fragmentos de tibia, fémur y cráneo», explicó.
En una de las fosas descubiertas de dos metros de profundidad había material con cierto acomodo, «con fragmentos de metate bocabajo, figuritas con cierta orientación, cenizas y carbón, fragmentos de huesos de humano y de animal, entre otros elementos, que nos indican un ritual especial», abundó.
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