La pequeña ciudad de Asís se vio desbordada por los peregrinos. Sin embargo, una impecable organización superó todos los posibles inconvenientes de una agenda apretada en las 12 horas que el Sumo Pontífice pasó en la ciudad natal de uno de los Santos más emblemáticos del mundo, un hombre cuya figura inspiró y sigue inspirando no sólo a los cristianos sino más allá de las fronteras de la Iglesia.
La intensa jornada se inició a las 7:30 cuando el helicóptero lo depositó en Asís. Junto con él, llegaron los ocho cardenales que conforman el Consejo que lo asesora en materia de gobierno de la Iglesia y prepara la reforma de la constitución vaticana.
Siguiendo el mismo modelo de otras visitas apostólicas, el Papa visitó a niños, pobres, enfermos y discapacitados, ofició misa al aire libre, se reunió con los miembros del clero –secular y regular-, fue recibido por las autoridades locales, participó de un encuentro con jóvenes y se prodigó en saludos, abrazos y besos a la multitud que esperaba para verlo pasar en cada desplazamiento.
El Papa se dirigió tanto a los católicos como al mundo entero; fue de las francisco-dio-consejos-los-matrimonios-durar-y-los-curas-no-aburrir»>instrucciones para los sacerdotes y demás personas de vida consagrada a los llamamientos a la paz en el mundo y
Asís es un reservorio de lugares santos por lo que en la agenda de Bergoglio hubo varios momentos de recogimiento –como frente a la tumba de los dos santos, Clara y Francisco- y de oración en privado.
La visita tuvo lugar el día de la Fiesta de San Francisco, Patrono de Italia, por lo que al Papa que adoptó el nombre del Santo le cantaron el feliz cumpleaños…
«Estamos entre las ‘llagas’ de Jesús –dijo el Papa, en referencia a los niños discapacitados que visitó en el Instituto Seráfico- y estas llagas deben ser escuchadas, reconocidas». Y aseguró que Jesús estaba «presente» y a la vez «escondido» en «estos niños, estas criaturas, estas personas».
Luego, en un discurso más político, frente a pobres y desocupados, condenó duramente «la mundanidad que mata a las personas» y en el histórico sitio donde San Francisco se desprendió de sus ropas, llamó a los cristianos a «despojarse del espíritu del mundo». «No se puede servir a dos patrones: o se sirve a Dios o al dinero».
En ese momento, evocó la reciente nueva tragedia en Lampedusa: «Hoy es un día de llanto: estas cosas las hace el espíritu del mundo». Y dijo que la Iglesia debe despojarse de «un peligro gravísimo que amenaza a cada cristiano, a todos: el peligro de la mundanidad. El cristiano no puede convivir con el espíritu del mundo, la mundanidad que nos lleva a la vanidad, a la prepotencia, al orgullo. Y esos son ídolos, no Dios: la idolatría es el pecado más fuerte».
En la misa pública, hizo un llamado «desde Asís, la ciudad de la paz», a escuchar «el grito de los que sufren y mueren por la violencia, el terrorismo y la guerra, en Tierra Santa -tan amada por San Francisco-, en Siria, en todo Medio Oriente, en el mundo».
Destacó el ejemplo de San Francisco, «su amor por toda la Creación, por su armonía». «El Santo de Asís –dijo el Papa- testimonia el respeto por todo lo que Dios ha creado y como Él lo ha creado, sin experimentar sobre lo creado para destruirlo (sino) ayudarlo a ser más parecido a lo que Dios ha creado. (…) Que el hombre esté en el centro de la creación, en el lugar donde Dios lo quiso, y no como un instrumento de los ídolos que nosotros creamos». «La paz franciscana está fundada en Cristo, no es armonía panteísta», advirtió.
También pidió orar por la Nación italiana -en la misa estaba presente el jefe de Gobierno italiano, Enrico Letta- para que ella prevalezca lo que la une y no lo que la divide.
Finalmente, a los jóvenes los alentó a condenar la «cultura de lo provisorio» y no temer «tomar decisiones definitivas». Se necesita «coraje para formar, de a dos, hombre y mujer, una sola vida», en especial en los tiempos actuales porque «hoy la sociedad privilegia los derechos del individuo antes que los de la familia».
«La humanidad necesita ser salvada, lo vemos cada día cuando hojeamos el diario o miramos un noticiero –les dijo también. ¿Salvada de qué? Del mal, el mal hace su trabajo. (…) Nuestro secreto es que Dios es más grande que el mal. Dios es amor infinito y misericordia. Y este amor ha vencido el mal».
Fuente: Agencias