El presidente de la Conferencia Episcopal, monseñor Diego Padrón, cree que es importante que en Venezuela haya una genuina renovación de los poderes. Lamenta que las señales que da el gobierno son de que se radicaliza: “Ha buscado mostrar que puede pasar por encima de cualquiera”. A pesar de eso, no pierde la esperanza de que el diálogo impulse la reconciliación. Al que pierde la fe, le recuerda que no siempre la victoria es un camino ascendente
No hay que ser un especialista para intuir que 2015 será un año difícil para el país, opina el presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana, monseñor Diego Padrón. Asegura que la Iglesia Católica acompañará a los venezolanos y que siempre será una voz crítica –“que el gobierno no puede callar”– con las políticas públicas que no benefician a la gente.
El obispo de Cumaná apuesta por la reconciliación y cree firmemente que el camino del diálogo nunca estará sepultado, pero advierte que es necesario rectificar, que el gobierno solo piensa en “ganar la partida y tener más poder”. Una amnistía, agrega, contribuiría con esa reconciliación.
—Navidad es época de reconciliación. ¿Liberar a los presos políticos sería un buen primer paso?
—La reconciliación requiere de dos cosas. Primero, entender que no se logra de un día para otro, que es un proceso largo. Segundo, dada la tensión que se vive en el país, la inseguridad, la incertidumbre, la aflicción, la gente que sufre por un hijo muerto, o un esposo preso, es necesario hacer gestos que cambien la situación, que vayan más allá de las palabras. La amnistía para los presos políticos puede contribuir con la reconciliación del país, con todas las consideraciones que una decisión de esa magnitud tiene, respetando la constitucionalidad y los derechos humanos, puede dar una señal clara de distensión, de que hay perdón de las culpas y disposición a trabajar por la reconciliación.
—¿El gobierno trabaja por esa reconciliación?
—No, todo lo contrario. El gobierno ha buscado radicalizarse, mostrar que tiene mucho poder, que puede pasar por encima de cualquiera, que no importa la vía, sino ganar la partida y tener más poder. Eso es lo que siente la gente, que solo le importa una victoria.
—¿Pasa eso con la renovación de los poderes?
—Mi papel no es calificar, pero lo que creo es que el pueblo espera una renovación de los poderes genuina. Si son las mismas caras lo que habrá es una gran decepción; el mismo círculo vicioso, que solo contribuirá a que haya más desaliento, que hará pensar que no puede haber un cambio.
—La oposición no apoyó los nombres en esa renovación de los poderes. ¿Se enterró la posibilidad de un diálogo?
—Nunca el diálogo se entierra. Hay dificultades. Hay premisas, condiciones y puntos de partida que son necesarios para que el proceso del diálogo funcione, pero siempre es viable. En medio de guerras se ha podido dialogar. Claro que no es un camino fácil. Hay que partir de un objetivo concreto, con resultados favorables para todos. Si no, es simplemente hablar y eso no trae ningún beneficio. No podemos llenar las necesidades con una palabrería ni usar el diálogo como un subterfugio, sin acuerdos concretos.
—Analistas advierten lo complicado que será el año que viene, especialmente en lo económico.
—La economía es clave, un elemento fundamental que favorece o afecta la vida de todo el país. No hace falta ser un especialista para prever que el año que viene será más difícil que este. La baja en los precios petróleo y lo difícil que resulta encontrar lo necesario. Todo está muy caro. Incluso, teniendo el pueblo cierto dinero porque cobró las utilidades, cuesta cubrir las cosas básicas. Ante todo eso, en enero, febrero y marzo, cuando ya el dinero de las utilidades no esté, la economía doméstica será muy dura.
—¿Es culpa del gobierno?
—Claro, la política económica es equivocada. Hay que impulsar un modelo que favorezca los intereses de la gente, no que solo favorezca los intereses del gobierno.
—¿Cómo ayudará la Iglesia ante ese panorama?
—La Iglesia acompañará al pueblo y será una voz crítica. Las personas de las instituciones no deben perder su capacidad crítica. El gobierno no puede acallar las voces críticas en ningún ámbito, porque son las que contribuyen a que se corrija el rumbo.
—¿La crisis se solucionará por la vía electoral?
—No hay duda de que las elecciones tienen un gran sentido simbólico y real para la solución de la crisis. Desde la Asamblea se puede mejorar la situación del país. Se pueden mejorar instituciones como el TSJ. También la vida política y social del país.
—¿Qué le dice al que ya no tiene esperanza?
—Que tengan la certeza de que la victoria se construye superando las etapas difíciles. No siempre la victoria es un camino ascendente: después de las mareas viene la calma. No hay que perderse por los obstáculos, todo mejorará.
Fuente: El Nacional
Alex Vasquez