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En Las Minas viven entre asaltos y bullaranga

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En Las Minas viven entre asaltos y bullaranga

De solo formular la pregunta sobre la inseguridad en Las Minas de Baruta, la gente pela los ojos y enseguida echa algún cuento de cómo robaron a fulanito, cuánto le quitaron a perencejo o a quien mataron en el barrio. La mayoría responde que están hasta la coronilla de los ladrones que se desplazan en motos o a pie.

 

Las Minas es una de las tres parroquias del municipio Baruta (Mir). Sus barriadas contrastan con las urbanizaciones de El Cafetal y el casco histórico de Baruta, que son las otras dos parroquias. Baruta es uno de los 79 municipios priorizados por la Gran Misión A Toda Vida Venezuela. En ellos se concentra 86% de los homicidios que ocurren en el país. Además, se produce la mayor cantidad de lesiones, robos y hurtos según un estudio realizado por la Universidad Nacional Experimental de la Seguridad.

 

«Aquí roban a toda hora», asevera una señora que compra pan en un negocio de la redoma de Las Minas. Prefiere no hablar del punto porque se acuerda del día en que le arrancaron el celular.

 

Líderes vecinales confirman la situación con los robos a diario. Manifiestan que no hay sector que se salve de ello, especialmente Santa Cruz, El Rosario y La Coromoto.

 

Pero los ladrones no solo atacan a quien va caminando rumbo a su casa o trabajo. Se montan en las camionetas y a punta de pistola despojan de sus bienes a los pasajeros. Por lo general son bandas compuestas por adolescentes. Calculan que hay alrededor de ocho grupos dedicados al robo en camionetas.

 

La oscuridad en algunas calles y callejones de Las Minas contribuye a que los ladrones “trabajen” con total facilidad, declaran consejeros comunales. Por ejemplo, describen la carretera vieja de Las Minas, desde el centro Asturiano hasta Santa Inés, como «una boca de lobo».

 

Fiestas callejeras. Aparte del robo a mano armada, los residentes de Las Minas dicen que viven atormentados por las fiestas callejeras que no los dejan dormir y les impide caminar libremente los fines de semana. «Y Dios libre que uno les diga algo, se lo comen vivo», relata una vecina aludiendo a los chamos que abren sus carros, ponen el reproductor a todo volumen y beben hasta horas de la madrugada en ciertos sectores de la parroquia.

 

«A más de uno han matado porque se pone de pico y pata con esos bebedores», acota la vecina.

 

Quienes han estudiado ese tipo de situaciones, como el Centro de Estudios Sociales (CES), advierten que conflictos que podrían ser considerado menores (uso de las vías públicas, realización de fiestas) “surgen como causas frecuentes de disputas y de quiebre de relaciones entre vecinos”.

 

Manuel Hernández, residente de El Rosario, cuenta que las minitecas en Las Minas suelen durar toda la noche. «Hay mucha falta de respeto, como si no les importara nada. Y no hay autoridad que imponga la ley», agrega Hernández, quien tiene 54 años viviendo en el sector.

 

Los vecinos de Las Minas también se quejan de que “ante tanto robo y bochinche” con las fiestas callejeras, a la policía poco parece importarle el asunto. “Pasan de vez en cuando, pero no tocan a los malandros”, comenta en tono resignado un señor que esperaba un mototaxi.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Fuente: UN

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