Cuando Omar Dávila llegó hace 15 días, con su suegra enferma, a la recién remodelada Emergencia del Hospital Vargas, le impresionó encontrar un centro público limpio y con modernas instalaciones. Pero la impresión le duró poco cuando luego le empezaron a mandar a comprar insumos y hacer por su cuenta exámenes que la institución no podía proveer. Dos semanas después, lleva la cuenta, ha gastado casi 12 mil bolívares, aunque un cartel en el cubículo de su familiar reza «el servicio aquí prestado es gratuito».
La crisis de insumos en los centros públicos es un mal que parece no tener cura. Que un paciente que ingresa reciba la atención completa sin que falte algo resulta una lotería. La inconsistencia en la entrega del material a los centros públicos, que fueron centralizados y dependen todos del Ministerio de Salud es causa de la escasez, que en estos tiempos también llega a los hospitales.
Omar saca la cuenta: Bs 1.700 un marcador tumoral, Bs 3.800 una tomografía abdomen pélvica, una biopsia de pulmón 700 bolívares, ampollas de un medicamento que cuestan Bs 560 cada una y deben suministrarle a su suegra dos veces al día. Eso sin incluir gastos de traslados en taxi para las pruebas porque las pocas ambulancias del hospital no se dan abasto. Agradece que de aquellas ampollas recibiera una donación que cubría ocho días.
«Nosotros tenemos la bendición de tener el dinero de nuestros ahorros para costear los gastos», dice él. Y tiene razón. Quienes no pueden pagar los insumos o tratamientos por su cuenta se enfrentan con la peor palabra para un enfermo: espera; que se traduce en peores condiciones de salud.
Pedir prestado, vender prendas o motos son los recursos de quienes desean una pronta cura. Los relatos de ese tipo sobran en la sala de hospitalización de Traumatología del Hospital Leopoldo Manrique Terrero (Periférico de Coche).
Uno de los pacientes allí recluidos muestra la factura por Bs 12.600 que tuvo que cancelar por una placa para su pierna. «También pagué 3.700 bolívares por un inmovilizador», cuenta el mototaxista que ingresó hace 15 días tras un choque. Aunque contaba solo con la mitad del dinero, su familia pidió prestado el resto. «Me desesperó escuchar que hay gente que tiene dos meses esperando por material. No quiero pasar diciembre aquí».
En la misma sala, César Cáceres mandó a vender sus prendas para comprar un clavo que necesita para su pierna, aunque luego el Director del hospital prohibió la compra de insumos. Su compañero de cama venderá su moto para comprar también el material. Ambos tienen dos meses hospitalizados y tomaron medidas extremas en vista de las demoras.
No en vano, de acuerdo con las Estadísticas Sanitarias Mundiales de 2013 de la Organización Mundial de la Salud, el 56% del gasto nacional en salud en Venezuela sale del bolsillo de los ciudadanos, el resto es lo que pone el Gobierno, aunque la Constitución contempla el derecho gratuito a la salud.
No solo los materiales especializados son parte de las carencias de los hospitales. En la emergencia de los hospitales faltan insumos básicos: desde mascarillas para nebulizar, antibióticos para cualquier infección, analgésicos para el dolor, hasta vendas o guata (malla especial para enyesar).
José Manuel Olivares, miembro de la red «Médicos por la salud», calcula que para un adulto un día en Emergencia puede costar entre Bs 1.000 y 1.500, mientras para un niño entre 500 y 1.000 bolívares. La cifra sigue en franco ascenso si la persona debe ser hospitalizada.
La escasez persigue
Aunque comprar medicinas para tratarse en hospitales se ha vuelto una práctica común, ahora el ciudadano debe enfrentar una escasez que en el sector farmacéutico se ha agudizado durante el último año.
«Se mantiene un mercado intermitente, aparecen unos productos y desaparecen otros. Ya no escasean solo los medicamentos regulados sino también los no regulados», precisó Freddy Ceballos, quien dirige la Federación Farmacéutica de Venezuela. Las fallas de distribución persisten en 40% de los 7.500 productos farmacéuticos.
Ceballos señaló el proceso de liquidación de divisas para el sector como uno de los factores que más retrasan los insumos médicos. Las empresas encargadas de la importación de material médico quirúrgico coinciden.
Las importadoras que trabajan con Cadivi no han padecido el incremento de precio pues el dólar se mantiene igual, pero su peor malestar es el tiempo que tarda el organismo en liquidar las divisas. A eso se suma lo que tarda en tramitarse el registro sanitario y luego la liberación de la mercancía en aduana. En total, pueden tardar entre 30 y 90 días para traer el material médico qui- rúrgico.
Para una casa comercial, ubicada en el centro de Caracas, desde hace seis meses se le ha hecho imposible volver a comprar para distribuir a sus clientes prótesis de cadera o rodilla debido a su alto costo. La última cotización se realizó hace tres meses y alcanzó Bs 80 mil.
Los precios se duplicaron. «En febrero nos vendían un clavo en Bs 7 mil, ahora el precio que nos dieron fue de Bs 16 mil. ¿A qué monto lo vamos a vender? Ya no es rentable», explica Jacqueline Pérez, encargada del negocio. Han optando por traer piezas por encargo.
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